CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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árbol entre dos rocas s
Quizá ustedes no se acuerden o quizá ni siquiera lo hayan vivido, pero hace quince o veinte años cada persona llevaba un poco su propio tiempo. Me refiero a que casi ningún reloj marcaba la misma hora.
Evidentemente era el tiempo en que había que dar cuerda al reloj y dependiendo de la calidad de la maquinaria, el desgaste u otras variables, unos relojes eran más rápidos que otros, de tal manera que los días de los que eran más rápidos tenían más horas, o al menos más minutos, que los de los relojes más lentos, y entonces, periódicamente había que ponerles en hora.
Posteriormente, con la aparición de las pilas de cuarzo, que tenían un pulso similar, se produjo un aumento de la sincronización.

El tema es la sincronización. Estamos señalando una tendencia que aparece en este tiempo hacia la sincronización.
Los relojes de maquinaria eran un paso más en la sincronización, porque antes el tiempo era mucho más estimativo, basado en la sombra que producían las cosas o la propia estimación subjetiva. De esa manera estos relojes, más imperfectos que los de cuarzo, suponían un inicio de la búsqueda de la sincronización.
El siguiente paso fue el de la pila de cuarzo, que aumentaba esa tendencia. Actualmente, la aparición de los relojes digitales y la conexión con la tecnología de los satélites hace que prácticamente los relojes en sí no se adelanten ni se atrasen.

En aquel tiempo de los relojes de cuerda, a parte de la diferencia que establecía la propia maquinaria, también era muy corriente que las personas llevaran el reloj adelantado, 5, 10 o 15 minutos, porque eso les daba como un colchón de tiempo.
Esto ahora con los relojes sincronizados vía satélite ya prácticamente nadie lo hace. Bueno, ni siquiera sé si es posible, quizá sí.

Esto está marcando una tendencia. La observación de las tendencias es como hablar de la moda, algo que no sabes por qué te induce a repetir, a adentrarte en el grupo que hace tal cosa.
Pero hay gente que en esto también se anticipa. Los que van a la moda ya están atrasados frente a los que van por delante.
Esto también nos presenta a los observadores, a los que quieren escuchar qué sucede, como aquel hombre de Alcatraz, que viendo pasar a los pájaros desde la ventana de su celda, simplemente mirando, llegó a adquirir un elevado conocimiento sobre las migraciones de las aves.
Estamos viendo que hay una tendencia a la sincronización, estableciéndose dos grupos, uno que se acomoda a ir con la moda y otro que se esfuerza por ir por delante, anticipando. En algún nivel se crean dos biorritmos, e incluso podríamos hablar de un tercero, que es absolutamente indiferente y no vibra en relación a la moda, porque no está en su mundo esa preocupación.

Si volvemos al tema de los calendarios, sucede que entre el calendario que se considera más perfecto en cuanto a la estimación de cómo se mueve el tiempo, conseguido por los mayas galácticos, y el que, como en una pugna por ver quién es más exacto y el número uno, quedaría en segundo lugar, que es el calendario gregoriano, vemos que también aparece esa división entre los que van por delante, como con una brújula interior, y los que van por detrás.
Los calendarios lunares, que no están midiendo la forma en que la tierra se mueve alrededor del sol, serían como otras modas.

Pues bien, entre el calendario número 1 que es el calendario maya y el más imperfecto que sería el calendario gregoriano, al cabo de 5.200 años, que es el tiempo de una Era maya, la diferencia sería de un día.
El error, desde la óptica de la tierra, que es desde donde estamos viviendo, sería de un día, justamente la diferencia horaria que hay entre el principio y el final, es decir, dependiendo de donde estés, en el mismo día será la hora cero o la hora 24.
La maquinaria que consideramos más certera es la forma de medir el tiempo propuesta por los mayas galácticos o cósmicos. El otro reloj, el gregoriano, se adelanta un día al cabo de 5.200 años. Pero un día es lo que cubre, no un punto, sino toda la tierra.

Esto, que desde el mundo del juicio y el intento de ser el mejor es como un error del calendario gregoriano, desde otro punto de vista lo que está contemplando no es la hora en un meridiano sino la hora en toda la tierra, sabiendo que el mismo día en toda la tierra contiene 24 horas, o sea un día.

La sincronización en este caso está presente en la forma en que trabajan los dos calendarios.
Cada uno de los dos calendarios se ocupa de decir algo. Uno está marcando el tiempo en un lugar deslocalizado, que cuando se quiere localizar requiere un lugar puntual donde comienza el día. El otro calendario está marcando en ese día que traducimos en 24 horas todos los tiempos posibles en la tierra.
Los dos trabajan asociados, porque el calendario gregoriano se ha acompasado al maya. Quizá sea una de las razones por las cuales aquel señor de nombre desconocido, que consideramos era hijo del rey de Polonia, se empeñó en hacer algo que parecía imposible, que resultó ser el desvelamiento de la vida al otro lado del mar, para los dos sitios.