CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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NO HACE FALTA CAMBIAR NADA (Extracto del libro «Tiempo de Gracias. Tiempo de Perdón»)
No hace falta cambiar lo que nos parece que está mal en la sociedad y en nuestro entorno, solo no elegirlo.
Realizar una transformación de la sociedad desde el exterior, para corregir algo que se considera injusto o contrario al bienestar, a la larga suele producir un mayor desajuste y más problemas que los que pretendía resolver.

En realidad, aquello que te parece que funciona mal tal vez te esté ayudando, porque te facilita elegir tu actuación, evitando esos comportamientos a nivel individual.
La evidencia de lo que no es la maravilla es una tremenda ayuda para reconocer la maravilla. Por eso, durante un tiempo es imprescindible que haya tragedias y desastres, como ayudas intensas para mantener alerta la búsqueda y atención de la maravilla, o sea la conciencia.
Puede parecer contradictorio pero no lo es. Cada persona vive subjetivamente la realidad, que parece evidente pero solo es subjetiva.

Eso es parte de lo expresado en narraciones como la del Príncipe y Mendigo, donde aquel que está en lo alto de la escala social no encuentra sentido a su vida, cambiando su suerte de rey con la de un mendigo.
Esa misma imagen se expresa también en las historias de Gautama Buda, Moisés o tantas otras personas. Eso mismo lo podemos expresar posiblemente todos y cada uno de nosotros al contemplar nuestra vida y ver cómo la maravilla siempre nos ha sorprendido, porque aparecía en cualquier momento y lugar, mientras que aquello por lo cual renunciabas a vivir con tal de conseguirlo, aunque fuera una renuncia temporal, luego se esfumaba porque no tenía consistencia real. Aquello que deseabas tanto no te traía la felicidad que pensabas.
Las cosas se arreglan solas. Pero hay una parte donde el ser humano es libre y lo que necesita es encontrar esa libertad.

El ejemplo de Moisés, hijo de la hermana del faraón, es esclarecedor en ese sentido. Decimos que es “hijo” porque los hijos adoptados lo son; viven como hijos, reciben una educación como hijos y creen que son hijos.
Debajo de esta historia está el que no eres quien crees que eres si solamente te referencias socialmente. Quien eres, lo eres desde dentro. Todas las personas son príncipes, porque son hijos de lo real, solo que “lo real” no es la realidad social, sino la realidad profunda. Recuperar esa conexión con lo profundo es lo que te da tu auténtica realidad.
En esa auténtica realidad no hay ninguna carencia; solo hay plenitud y los arreglos que queramos hacer en lo exterior, son parches o en muchos casos esclavitud.

Tú mismo te vendes como esclavo para evitar algo que personal o socialmente temes, pero la plenitud real existe, aunque no sea social. Por una parte tiene que ver con la escucha de la resonancia. Por eso todo lo resonante es sanador. La resonancia, o sea el sonido de dimensiones superiores y de la realidad Dios, te construye, porque habla a tu conciencia, es decir, te habla a ti en lo oculto.
Pero siempre hay una decisión que es puramente personal, que expresa la libertad, y la libertad precisa un riesgo. Parte de ese riesgo son las imágenes negativas que ves. Hay un momento en que tienes que creer más en la resonancia que en las imágenes negativas. Por eso son una ayuda.

TIEMPO DE GRACIAS. TIEMPO DE PERDÓN