CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Ra y Hathor
En la estructura rectangular del Tzolkin aparecen 20 líneas horizontales que traducen simultáneamente, según el nivel evolutivo y el enfoque en ese momento de la persona, tanto los 20 sellos como las 20 ondas, siempre en el mismo orden.
Los 20 sellos aparecen de una determinada manera (1. DRAGÓN, 2. Viento, 3. Noche, 4. Semilla, 5. Serpiente, 6. ENLAZADOR, 7. Mano, 8. Estrella, 9. Luna, 10. Perro, 11. MONO, 12. Humano, 13. C.cielo, 14. Mago, 15. Águila, 16. GUERRERO, 17. Tierra, 18. Espejo, 19. Tormenta y 20. Sol), y las 20 ondas también aparecen siempre en el mismo orden (1. DRAGÓN, 2. Mago, 3. Mano, 4. Sol, 5. C.Cielo, 6. ENLAZADOR, 7. Tormenta, 8. Humano, 9. Serpiente, 10. Espejo, 11. MONO, 12. Semilla, 13. Tierra, 14. Perro, 15. Noche, 16. GUERRERO, 17. Luna, 18. Viento, 19. Águila y 20. Estrella)
De esta manera queda palpablemente evidente que los únicos sellos que coinciden numerológicamente con su onda son los de la familia cardinal (dragón, enlazador, mono y guerrero), determinando así que la estructura básica inicial proviene de lo que significa esta familia, que es la luz tomando forma para cumplir una misión, y que es precisamente a través de la forma y de la apariencia visual como al menos en un primer momento van a aparecer los contenidos significativos que necesitan ser expresados en orden al cumplimiento de la misión de la luz.

Claro, que la luz también podemos identificarla con los conceptos contenidos en RA.
Sin embargo, al hablar de Ra podemos hablar simplemente de Ra y estaríamos en un escenario conceptual, o tener presente que no solo se trata de Ra, ya que esa es la formulación “masculina” del asunto, traduciendo quizá un determinado esquema de poder.
Con una mente expandida lo que podríamos encontrar es RA-HATHOR, y entonces aparecería el vector “masculino” junto con el “femenino”, mostrando así la totalidad, es decir, MÁS LUZ y MÁS VISIÓN, y el reconocimiento de la realidad de la luz más allá de su forma, siendo la forma, que es el aspecto “masculino”, el velo.
Estamos en el momento del desvelamiento, porque sin apartar el velo no hay auténtica iluminación, sino solo refracción y apariencia.
La iluminación, en la apariencia solo muestra el exterior, pero en realidad es la luz en el interior, en la esencia, cuando la luz no está fuera de ti sino tú eres la luz.
Ese es el cometido del Tzolkin.
El paso del estar al ser es un salto dimensional.

Conviene resaltar que Tzolkin tiene cuatro pilares o “sustentores” de la forma, que contienen parte del mensaje de cómo acceder al interior.
Dos de ellos son el DRAGÓN 1 y el SOL 13, donde podemos encontrar una equivalencia con HATHOR, energía femenina y dragón como propósito, y RA, energía luminosa transcendente y sol 13.
Por ese motivo el propósito en el dragón es importante, y escuchar o desvelar el propósito es una de las cuatro direcciones o 4 ángulos sustentores.
Cuando te sitúas en el propósito inicias el viaje hacia la luz, el reconocimiento del propósito de la solidaridad, de la paz y de la energía femenina pacífica, amorosa y constructora de la vida, y por tanto la exclusión del recurso a la guerra y a la dominación.
Esto te lleva, cuando también te sitúas en la transcendencia de la luz a dar el salto evolutivo.

Estos dos elementos, en su pertenencia a la esfera de la luz, RA-Hathor, tienen un alto contenido energético, experiencial y experimentable, porque cuando recibes luz, recibes energía. Su conexión en el interior del ser humano es con la vitalidad y la energía sin fin de las células madre. Podemos decir que uno de sus propósitos es activar plenamente el programa expresado por las células madre, algo que solo es posible cuando hay una determinada expansión de la luz transcendente.
Pero la luz transcendente requiere una determinada forma de ver; una forma de ver que también sea transcendente o actúe desde la transcendencia.

Los otros dos rumbos, direcciones, esquinas o ángulos sustentores del Tzolkin son el DRAGÓN 7 y el SOL 7, es decir, cuando RA y Hathor son canalizados al interior y están dentro.
Por eso, estas dos esquinas llevan el tono 7 de resonancia, siendo en la columna 7 la resonancia donde sucede el nuevo nacimiento, un proceso al que como etiqueta le ponemos “canalización”.
Pero la canalización es un adentramiento vibracional, una presencia vibracional interior.

Esto toma dos caminos, uno el expresado por la onda del MAGO, donde está el sol 7, siendo ese propósito uno de los rumbos propiamente, y el otro el expresado por la onda del ÁGUILA, donde está el dragón 7, es decir, el ver.
Por un lado es la aceptación de la propuesta del Tzolkin y el levantamiento de barreras que supone el aprendizaje del mago, que empáticamente se adhiere a la propuesta, de modo que permite una canalización de la realidad luz.
Y por otro lado está la onda del águila, donde se produce la canalización de la realidad Hathor, a través de una forma de ver y de mirar, que proviene justamente de la característica que tiene el águila de ver la forma transcendente en la noche.
De la misma manera que el mago es la forma transcendente del viento, del espíritu y de la comunicación, el águila es la forma transcendente de soñar la abundancia para todos, de ver maravillas y de ver la sociedad de la estrella.