CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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El dos, el otro y la dualidad en la mitología egipcia:
El asunto tiene que ver con el dos, que de alguna forma expresa al otro, es decir, cómo te relacionas con el otro. En el código Tzolkin el segundo color, el dos, es el blanco. Pero el blanco, el dos, es imposible sin el uno, de la misma forma que ninguna persona es posible sin las demás. Todos somos el dos para los demás y el uno en tu interior.
Consecuentemente hay algo que sucede asociado al dos, que puede pasar desapercibido porque fácilmente te sitúas solo en el uno.

Tenemos que reconocer que estamos hablando de una cultura primigenia, inicial, que ha sido sepultada por las siguientes culturas. Sin embargo, en el Tzolkin también aparece, aunque no de una forma muy evidente, ya que ciertos rasgos de nacionalismo contribuyen a que no sea evidente.
Como cultura inicial incluye a todos los seres humanos, pero las culturas nacionales son excluyentes, reforzando el vínculo nacional que en algunos casos puede ser también étnico, ya que quieren como una preponderancia o reconocimiento, aunque ellos no sean los iniciadores de esa cultura.
Esta cultura primigenia e inicial aparece asociada al Egipto de las pirámides, que es el lugar donde se encontraba el pueblo de Israel antes de salir de allí.

Los calendarios egipcio y maya son similares en cuanto a que hablan de 360 días de un tipo y 5 días de otro tipo.
Para los egipcios hay 360 días que el creador ha formado con la luz del sol y 5 días que han salido de la luz de la luna, algo que es bastante extraordinario.
En el ámbito maya estamos hablando de 360 días y 5 días diferentes, fuera del tiempo. Son 360 días del tiempo y 5 días fuera del tiempo, algo que también es bastante extraordinario y similar a lo de los egipcios. Unos hablan de la luz del sol y otros del tiempo.

Los 360 días del calendario maya aparecen agrupados en 18 vinales, cada uno con 20 días (18X20=360) y luego hay 5 días diferentes, que forman el llamado uayeb, con 4 más 1 días. Dentro de ese uayeb también hay dos clases, uno con 4 días y otro que corresponde al día propiamente fuera del tiempo.
Aquí los colores son indicativos de que ocurre algo diferente a los demás días. Todos los vinales tienen 5 días de cada color, apareciendo 4 colores: rojo, blanco, azul y amarillo. Mientras, el uayeb, que es como un vinal, tiene 4 días correspondiendo cada uno a un color (rojo, blanco, azul y amarillo), pero el quinto día aparece con el nuevo color, verde.

Hay dos tipos diferentes de días, los normales dentro del tiempo y los fuera del tiempo, pero a su vez los días fuera del tiempo también son de dos tipos diferentes.
De modo que siempre habla de una dualidad: días del tiempo y días de fuera del tiempo, y dentro de los días fuera del tiempo también hay una dualidad, que son los días normales (rojo, blanco, azul y amarillo) y el día del nuevo color (verde), insinuando a su vez que también estaba presente en la quinta porción de cada uno de los vinales.

Si eso lo llevamos a la relación con las personas, vemos que hay dos formas de relación, la habitual y la extraordinaria, pero que también la forma extraordinaria está presente en la ordinaria, aunque no te des cuenta.
Son los temas del dos. Por eso merece la pena una atención especial.
Es el único que representa esa energía del quinto elemento, la quinta fuerza, la quinta dimensión.

Esa cultura inicial aparece en los dos calendarios y los une, y hay un tipo de personas, distribuidas por todo el mundo, que son testigos de aquello.

Una de las características del concepto de los dioses de la divinidad de los egipcios es que aparecen de dos en dos. El primero que recibe la denominación de Dios es Ra, que sale de un huevo que proviene del agua primordial (Nun). Pero Ra, que parece ser el primer dios, en realidad no lo es, porque al mismo tiempo que él ha aparecido una diosa, Hathor, solamente que es inicialmente invisible.
Por eso parece que Ra, y entonces la divinidad asociada a lo masculino, es lo más importante, pero no es cierto, sino que solamente es lo más visible y lo que puedes ver inicialmente.

De esa manera nos encontramos con algo similar a lo que podemos vivir hoy, donde vemos algo, que es la realidad, pero más allá de lo aparente hay otra, que es la realidad profunda. Volvemos a encontrarnos con el dos. Hay un uno manifiesto y hay otro oculto e invisible.
Esto corresponde al concepto de la divinidad, que en definitiva es el concepto de la realidad. Dios/a es la vida y todo lo que dices de Dios/a, de la divinidad, es lo que dices de la vida. No son dos cosas diferentes, sino que es la misma cosa.

Toda la realidad nos habla de una dualidad. Esto nos lleva a interesarnos y adentrarnos en la información que proviene de esa cultura primigenia, inicial, que decía que la realidad, lo primero que veías era algo, pero que había algo más, más allá de la apariencia. A la realidad inicial le daba valor masculino, y al otro, femenino.
Esto es similar al rojo, la materia, que tendría un valor masculino, mientras que lo blanco, el agua y la emoción tendría un valor femenino.
Pero lo blanco también es de la misma naturaleza que el agua del cual procede Ra, o sea de la emoción. De esta manera aquello que es anterior a Ra también está presente en lo blanco, en la emoción.