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EL TIEMPO NO QUIERE QUE LE SIGAS (Extracto del Libro Tiempo de Gracias. Tiempo de Perdón)
El tiempo no quiere que le sigas, sino que le digas in-lak’ech vivencialmente.
El tiempo no quiere que le sigas, ni mucho menos que le domines, algo que por otra parte no puedes hacer, sino que entres en una vivencia donde el tiempo y tu sois lo mismo, o sea in-lak’ech, lo cual supone una transmutación total de la persona y un olvido o renuncia a sus proyectos y planes egoicos, ya que son incompletos y no están basados en la vivencia sino en la evitación de la carencia; no están basados en la plenitud que cuida, atiende y es uno con todo.
El tiempo no quiere que le sigas ni que le domines, ni que le utilices como un gráfico donde consigues tus objetivos, sino que encuentres su parte espiritual, y entonces se produce una fusión y un salto evolutivo dimensional.

La sincronía es una simultaneidad, por eso rompe el tiempo.
La sincronía es la unión o interrelación existente entre dos acontecimientos que suceden en tiempos distintos. Dos hechos son sincrónicos cuando suceden en tiempos diferentes pero manifiestan la similitud o la repetición, expresando de esa manera que están unidos.
Si dos cosas están unidas a pesar de la aparente separación del tiempo, significa que se está considerando el tiempo de forma errónea, porque el discurso lógico dice que separa y sin embargo el contenido une, porque es lo mismo.

Así, la sincronía entre dos acontecimientos rompe el esquema del tiempo; no rompe el tiempo real, sino el conceptual. Esa ruptura del tiempo permite una liberación de lo real dentro de la persona, porque el territorio conceptual expresa el interior real de la persona.
Si lo que se rompe es lo conceptual, se produce liberación de lo real.

TIEMPO DE GRACIAS. TIEMPO DE PERDÓN