CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Esto es básicamente lo que se ve en el doble espejo del Tzolkin:
Por un lado, el camino del hijo, que es el camino de Tezcatlipoca y también el que va del padre al hijo, cuando dices “en el nombre del padre” tocándote la frente y “en el nombre del hijo” tocándote el corazón.
Por otro lado, el camino del espíritu santo.

EL CAMINO DEL HIJO:
Tezcatlipoca desciende por la tela de araña hasta el colibrí, que es el resucitado –el colibrí está siempre a punto de morirse; si no come, se muere-, como es resucitado Jesús el cristo.

Los aztecas, que antes son los mexicas, que se superponen con los mayas y los mayas con los olmecas, que también son similares a los uros del lago Titicaca, pertenecen y sustentan la Era Común, donde la cruz es una puerta a la inmortalidad y Dios es la salud y la salvación, o sea Jesús -el Jesús mantra, esa palabra de poder que abre la realidad, porque la contiene y la expresa desde dimensiones superiores-.

Tezcatlipoca desciende por la tela de araña hasta el colibrí, porque el colibrí nace en la tela de araña. Los nidos del colibrí, que es el resucitado, se hacen con tela de araña. Es una experiencia personal. La línea vertical en el Tzolkin, la columna 7 o columna resonante, es una experiencia personal, donde tu, desde tu vivencia experiencial, naces a lo nuevo, a lo desconocido, que desde la tierra de la enfermedad, de la carencia, del miedo y de la muerte es la inmortalidad y el gozo.
De alguna manera está expresado en el rombo que existe en el interior del Tzolkin, que expresa el sello de la estrella y en su interior contiene la chacana y la cruz de brazos iguales. Ahí hay un espejo donde tú eres otro yo es la conversación entre tú y dimensiones superiores. El espejo te presenta la imagen de Dios y te dice “tú eres otro yo”. Es la línea vertical, “en el nombre del padre y del hijo”, surgimiento del colibrí.

EL CAMINO DEL ESPÍRITU SANTO:
También está la línea horizontal, donde el colibrí se transforma en un águila.
Es la línea del espíritu santo, donde dices “espíritu” tocando el hombre izquierdo y “santo” tocando el hombro derecho, concluyendo con amen, así sea.

Tezcatlipoca rojo contiene todos los pueblos en guerra con los aztecas que no se doblegan, y Tezcatlipoca blanco contiene la experiencia del arrepentimiento, del reconocimiento de las faltas al amor, que te transforman en un águila que vuela, que se eleva, que no pesa.
También el colibrí, capaz de mantenerse en el aire en su vuelo, es un ejemplo de esto, pero en el nivel interior de la apertura de la conciencia, de la recuperación del alma.

La línea horizontal del espíritu santo, del Tezcatlipoca rojo al Tezcatlipoca blanco, transforma al guerrero en un hombre de espíritu, en un hombre santo que ya no recurre a la guerra sino a la paz y al amor.
Eso traduce un espejo. El espejo del tú eres otro yo y la sociedad de la estrella. Es la forma exterior de comportamiento y de relación.
La forma del nuevo nacimiento te lleva al colibrí como experiencia interior, y la forma exterior del espíritu santo, de Xipé Tótec a Quetzalcóatl y del in lak’ech, es la forma de relacionarte con las demás personas para crear la sociedad de la estrella.

Es bueno saberlo en los tiempos del cumpleaños del mundo y de la construcción del templo, porque la construcción del templo es el surgimiento del cuerpo de amor, del cuerpo santo, donde reside la santidad.

Sí, gracias, benditos eclipses. Sí, el subconsciente está lleno de emoción y la emoción te lleva al cielo.
Hace falta el colibrí, que es un despertar de la conciencia en el interior, y hace falta el águila, donde ves que la circunstancia y lo que te rodea es maravilloso.
Al final, el águila, el in lak’ech, lleva al colibrí a la frontera, y el colibrí, que primero ha nacido como colibrí, entonces llega al interior del corazón del cielo como experiencia personal.
Esa es otra experiencia, el acceso a la quinta dimensión.