CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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En puro código Tzolkin hay 4 colores. Repetimos, hay 4 colores. Pero evidentemente hay 5.
Hay 4 colores, igual que hay 4 formas en que se presenta la materia. 4, o sea, 5, evidentemente.

En puro código Tzolkin hay 4 colores en la presentación de los 20 sellos, que pueden ser asociados a cada una de las formas en que se presenta la materia. Los colores en el Tzolkin aparecen como rojo, blanco, azul y amarillo. El azul pudiera ser hallazgo o interpretación de aquel que abrió la puerta del Tzolkin allá por finales del siglo XX, don José Arguelles, ya que otras visiones más tradicionales hablan del negro en lugar del azul.

Los 4 colores pueden ser asociados con las 4 formas en que se presenta la materia: el rojo con la materia sólida; el blanco con la materia en forma de agua; el azul o negro con el fuego; y el amarillo con la materia gaseosa o aire.
Hay un quinto elemento que algunos denominan cuarto elemento, que es el estado en que se presenta la materia en el cuerpo de las estrellas, y es el PLASMA.
Para algunos, la materia aparece en forma sólida, líquida, gaseosa y finalmente en forma de plasma en el interior de las estrellas. Y entonces no consideran lo que otros llaman fuego, oxidación-reducción, como una forma en que se presenta la materia.
El azul, y tal vez en su versión negro, también es el presente, la conciencia, la experiencia vivida. Algunos no consideran que sea un estado de la materia y por eso hablan únicamente de 4 estados, incluyendo el plasma.

Es importante saber que el cuerpo de las estrellas es diferente. Tiene leyes diferentes y sus componentes (electrones, protones, partículas subatómicas,…) se comportan de forma diferente.
Traducen un acuerdo diferente, un campo unificado diferente y una realidad dimensional diferente. Sumergidos en lo habitual, a veces abrumados por el peso de lo habitual y de lo imposible, conviene saber que existe lo diferente. Lo diferente es real; es una manifestación de que otra realidad existe.
Gracias, Tzolkin. Gracias, cargadores de la realidad Tzolkin, tal vez incomprendidos, tal vez menospreciados. Gracias y perdón.
Otra realidad existe, y quizá ya estamos dispuestos a establecer el diálogo.

Tzolkin y también los dibujitos de los abuelos egipcios cuentan cosas a quien quiera verlas.
Está lo visible y también lo más allá de lo visible, que precisa la apertura consciente de una visión. Gracias, visible y no visible. Gracias tiempo por todo.

Este señor de los 100 ojos, Arguelles, acertó, porque el asunto estaba en el negro. Lo señaló llamándolo azul. Quizá podríamos hablar de Tefnut azul, lugar de lo visible e invisible. Aunque ahora no toca hablar mucho de Tefnut, sino del 5, quizá plasma u otra realidad.

Tzolkin conduce al 5 a través de las ondas. Tú estás dando vueltas a los días y es maravilloso. Podemos ponernos serios o disfrutar, pero el camino o itinerario que te lleva al 5, al quinto color, al plasma-color y a transmutar tu cuerpo en el cuerpo de estrella, es a través de las ondas y de los castillos. Quizá por eso el idioma más hablado para el recorrido de los castillos sea castellano -o quizá sea una tontería decir eso-.

Si miran el dibujito, verán que Shu está separando el cielo y la tierra, sujetando con sus brazos en cruz al cielo, Nut. Shu tiene dos figuras que le ayudan desde el codo a mantener al cielo arriba. Esas figuras corresponden a HEH. Vemos dos Heh ayudando a Shu.
Heh, que también es un dios, una fuerza o un concepto de comunicación, está sentado en su presentación habitual sobre el signo del oro. El significado de este genio, dios o concepto es la vida infinita, la vida sin principio ni final; el infinito.
Así, el ayudante con capacidad de bilocarse, porque no es que sean dos sino que es el mismo, es el representante del infinito y del oro.
Heh es venerado como algo que podría ser traducido como el dios-ocho dioses, que es similar a los cargadores del tiempo. Los 8 dioses son 4 parejas que están sujetando el cielo, la realidad. Son 4 pilares que sustentan lo existente y en ellos reconocemos a los 4 cargadores.

El oro solo se produce en la supernova, en el cuerpo de las estrellas. Es una indicación del camino evolutivo de las partículas subatómicas, las cuales en el proceso de oxidación-reducción que es el fuego intercambian electrones.
Eso produce por agregación la aparición de los distintos metales. Pero ningún calor fuego puede producir oro ni platino, excepto el existente en las supernovas. De modo que el oro es como una indicación de supernova, que a su vez es una indicación del infinito, porque el tiempo es la realidad de lo finito. Hay una invitación a vivenciar este salto cuántico.
El 8 que aparece en la atribución de Heh, de 8 dioses que son 4 parejas, también es una sincronía con el símbolo del infinito que es un 8 recostado.

En la quinta presentación del color rojo aparecen la tierra como sello 17 y la luna como onda 17 y tono 13 de la onda de la tierra. La luna es la transcendencia de la tierra. Abajo pasa a arriba, al cielo; la tierra pasa al cielo.
La quinta presentación del color blanco es el sello 18 espejo y la onda 18 viento o Shu. Es decir, tenemos la tierra, que se ha convertido en cielo como luna, y tenemos a Shu, viento.
El quinto color azul es la tormenta, que es lo que asociamos con Tefnut, como la compañera no visible de Shu, y el águila, la visión de lo que parecía no visible.
Finalmente la quinta presentación del color amarillo es la estrella como onda y el sol como sello, es decir aquello que es propiamente el plasma.