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También compartimos la respuesta a una pregunta sobre el paso de dimensiones: tercera, cuarta y quinta:

Entendemos que la tercera dimensión es la del ego, basada fundamentalmente en el miedo.
Es decir, las personas trabajan por miedo a no tener dónde y de qué vivir. Tratan de crear una familia, en parte por el temor que supone la soledad, y en su vida laboral tratan de ser eficaces para ganar dinero, más que escuchando su vocación.
En esa dimensión no es importante el amor, porque lo primero es asegurarte, un poco compulsivamente, que tienes derecho a vivir, y de alguna manera te acomodas externamente a los usos y costumbres más que tratar de contactar con tu interior.

Es una dimensión más lógica que creativa. Hay un hemisferio lógico y otro creativo, supeditándose la parte creativa a la lógica, ya que se considera que la parte creativa son sueños, fantasía y pérdida de tiempo.
En la parte lógica es donde está activo el recuerdo, que tiene relación con el dolor, y entonces aparece el miedo, mientras que la parte creativa está relacionada con sentir. Es decir, se contrapone el pensar y el sentir.

El paso a la cuarta dimensión es cuando escuchas tu interior y empiezas a dar importancia a lo que sientes, dialogando con las emociones pero también con tu cuerpo.
Y al entrar en tu interior, empiezas a darte cuenta de que hay una realidad exterior y otra más allá de la forma aparente de las cosas, que tiene relación con la telepatía y la clarividencia.
La cuarta dimensión es un momento donde ha aparecido esa conciencia, que reconoce el sentir, la clarividencia y la telepatía, pero todavía compite con los valores del recuerdo y del miedo, que refuerzan el ego.
Podemos decir que el ego es lo que te pone a salvo, pero está dividiendo la realidad en tú y todo lo demás, que fácilmente puede ser adverso. Pero cuando estás en la vivencia de la cuarta dimensión sientes que lo que hay más allá de la forma no es nunca adverso, aunque a veces aparezca así porque es la única forma de provocar un cambio y un despertar.

El estado de la cuarta dimensión es un estado temporal y el tiempo de la oportunidad. El tiempo es favorable, dejando de ser eso que te lleva a la decrepitud y que no puedes controlar.

Como ejemplo de cuarta dimensión está el cuento de La Cenicienta.
La Cenicienta, pese a que podría pensar que su madrastra y hermanastras son hostiles, no se entretiene en ese pensamiento, sino que simplemente se centra en hacer lo que tiene que hacer, comenzando una interacción con las fuerzas de la naturaleza, con seres espirituales de dimensiones superiores como las hadas y con los animales, que aparecen como ángeles que le ayudan favoreciendo la aparición de hechos maravillosos.
Si ella entrase en el juicio caería a la tercera dimensión, pero como vive sin juicio permite que lo maravilloso se aproxime, y finalmente accede a la quinta dimensión.

El otro ejemplo podría ser el del patriarca Noé, quien recibe una inspiración, pero en lugar de rechazarla la asume y empieza a hacer algo que a ojos de su entorno parece absurdo, que es construir un barco en medio del desierto. Noé se centra en lo que tiene que hacer y no escucha las sugestiones exteriores sino interiores.
Entonces, efectivamente, aquello que parecía absurdo resulta que es lo que le permite salvar a toda la humanidad, es decir, dar un salto cuántico.

Finalmente, lo que se expresa como quinta dimensión, es donde todas las personas son seres luminosos, porque al expandir la conciencia la kundalini se ilumina y entonces vives en una dimensión donde todas las personas y todo lo que sucede es maravilloso.

Pero el asunto de las dimensiones no se desarrolla en las palabras, sino en las vivencias, siendo la llave de las vivencias experienciales que te transforman escuchar tu interior y tus emociones, que te abren las puertas del cielo.