En los niños hay espontáneamente integridad. Luego les enseñamos a ser políticamente correctos.
Hay una integridad espontánea innata en el niño y el juego forma parte de su quehacer y su ser. Hay una expresión de la integridad innata en el juego, una conexión con la integridad a través del juego, innata, procedente de dimensiones superiores.
La capacidad de jugar forma parte de la recuperación de la integridad y de la inocencia. Recuperar el juego es recuperar la inocencia y forma parte de recuperar la integridad.
Por eso, podemos estarle agradecidos a todos aquellos que nos enseñan a jugar al juego de la integridad. Entre ellos se encuentra José Arguelles, que ha sido cuestionado y atacado, precisamente porque rechazaban su propuesta del encantamiento del sueño, al ser un juego. Consideraban que aquello de lo que hablaba debería ser considerado como propiedad de las personas serias, de los adultos e incluso de los ancianos.
Nosotros respetamos a los ancianos y a los abuelos, precisamente porque su sabiduría es haber reencontrado la inocencia y el juego. La sabiduría les ha llevado a conectar con lo puro.
Sin embargo, lo que hace ser serias a las personas adultas es el aprendizaje de huir de los problemas, de las dificultades y de la adversidad, evitándolo a sus seres queridos y a ellos mismos. Entonces, no se trata del juego, sino de otra cosa.
Precisamente la actitud de Arguelles en favor del juego, que es la misma propuesta que el arte, que también es un juego, y su traducción de los contenidos del Tzolkin desde la creatividad en el terreno del juego y del arte, es lo que ha permitido abrir esa sabiduría y hacerla asequible al niño que hay en cada persona.
Ha conectado con el niño divino, dormido en el interior de cada persona por la enseñanza de lo política y adecuadamente correcto en cada situación, donde en gran parte se trata de ser opacos y no transparentes.
Por eso queremos mostrar nuestro agradecimiento y señalarle como una persona cercana a la luz. Gracias Valum Votan
