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7 de agosto 2014 (sacado 28 de abril de 2016)
El juicio de Osiris tiene que ver con el “espejo interior”.
Pero el juicio de Osiris es una ayuda. No es algo que sucederá, sino que es lo que sucede. Es el presente, o sea lo que está sucediendo, y por eso es una ayuda saberlo.
Depende de ti y solo de ti, exactamente de tu conciencia y de tus elecciones, o sea de tus decisiones. Y tus decisiones dependerán de lo que veas o imagines que ves en la realidad, porque la realidad es “el espejo”.

La realidad exterior visible, es decir las personas y cosas que te rodean, visibles y palpables, son el espejo exterior.
El espejo exterior traduce por lo tanto la realidad de tu espacio tiempo, que es donde están las cosas y personas que puedes ver y tocar. Pero el programa, o sea los conceptos, leyes, ideas y valores, es decir “cosas” que no se ven con los ojos del cuerpo, también son reales aunque no puedan ser tocadas, y configuran una realidad, la realidad interior o un espejo interior.
Esta realidad interior es aprendida, accesible a la visión interior. No es tocable pero sí expresable y por tanto enseñable.

El cuerpo es resultado de una información genética que te vincula con tus padres y ancestros, pero el espejo interior con sus contenidos inmateriales también te vincula con una filiación y una ancestralidad. La filiación DIOS y la ancestralidad celeste.

Las tradiciones sagradas iniciáticas, o sea enseñables, manejan esa información, en parte por medio de símbolos.
En las IMÁGENES que pueden estar en relatos, leyendas o símbolos aparecen sin palabras esos contenidos, dirigidos de manera universal al arquetipo humano, más allá de localismos, lenguas o culturas, y por tanto sin referencia a la dimensión de la guerra, sólo a la realidad de lo óptimo real.
El juicio de Osiris es una de esas imágenes ancestrales.