CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Invitamos a considerar la onda de la tierra, cabán.
La onda de la tierra es la número 13 y por tanto va a expresar, en forma evolutiva y grupal, algunos de los contenidos que aparecen asociados al sello 13 caminante del cielo, ya que el lugar que ocupan los 13 kin en el Tzolkin tipo, están ocupados en el Tzolkin por ondas por los 13 tonos de la onda de la tierra, de modo que hay una consideración donde ambos contenidos se superponen.

Entonces, podemos considerar que la madre tierra en sí es un caminante del cielo, y también existe esa vibración de la madre tierra en todos sus hijos.
En parte es así gracias a la acción de esa agua primordial, que primero aglutina oxidando el polvo metálico de la supernova, pero luego continua nutriendo ese cuerpo celeste, de la misma manera que la madre primero crea un cuerpo fusionando su información genética con la información del espermatozoide y luego lo sigue nutriendo y dándole una información espiritual, que es lo que aparece en el desarrollo del Tzolkin como color azul.

El rojo expresa el polvo de la supernova y el blanco está expresando la energía femenina creadora y emocional, que primero compacta el cuerpo y luego lo acompaña hasta el desarrollo de la conciencia, que es el color azul, y le sigue acompañando hasta que se produce una expansión suficiente, que es el color amarillo.
La expansión suficiente de la madre sucede en parte dentro de ella, pero continúa fuera durante los primeros años.
También la madre tierra actúa de forma similar, favoreciendo el despertar de la conciencia en todos los seres humanos.

La onda de la tierra, que contiene una expresión como onda 13 del sello 13-caminante del cielo, se inicia en la tierra y finaliza en la luna.
En el tono 7, que es el centro de la onda, se encuentra la noche, que es el periodo de interiorización de la persona, un momento de recepción del espíritu, o sea de expansión de la conciencia.

Cuando miramos la onda de la tierra, vemos que el desarrollo de la onda enlaza la tierra con la luna, que aparece como lugar y momento transcendente, y en el tono 7 resonante encontramos la noche.
Hay un trayecto en el que lo que aparece como tierra se transforma en luna, y en su centro hay un momento, que es lo representado en tono 7. En este caso es de color azul, indicando que la forma en que sucede está ocupando el tiempo, es decir que no es un pensamiento sino un transcurso, algo que ocupa el tiempo, y está expresando el ensueño, la noche.

La persona está despierta durante un tiempo pero también está dormida durante un tiempo. Y es justamente en la noche, en la onda de la tierra, donde se abre una conexión directa o canalización con dimensiones superiores.
La noche en tono 7 está indicando que es un tiempo real y no especulativo donde sucede una canalización.
La noche física en la tierra es un momento espiritual.
Cuando la persona se dirige voluntariamente a nivel meditativo, movilizando su cuerpo e interiorizándose, es un momento en que se conecta con la parte espiritual más allá de la forma física, más allá de la materia.

Esto es similar a lo que sucede en la tierra, donde se compacta el polvo de la supernova, que sería el rojo. Hay una actuación de la emoción como una energía femenina creadora que genera un cuerpo y luego sigue dando soporte y respaldo hasta que aparece la parte espiritual, la conciencia y termina por expandirse, ocupando todo su potencial, todo su ser real.
Está indicando el paso de algo que sucede en la cuarta dimensión, donde la persona es voluntaria, ya que libremente quiere alinearse con el corazón del cielo y el corazón de la realidad; busca esa alineación porque está desalineado y en un lugar donde todo está desalineado, y su alineación ayuda a que todo encuentre su centro. Pero al mismo tiempo es un puente que va a conectar con lo que expresa la luna como entrada en el castillo verde. La expansión de la tierra, te transporta y te introduce en el castillo verde.

La tierra traduce una actitud donde tú no juzgas nada, porque eres voluntario para lo que sucede. Y esa actitud, reforzada con el ensueño, con la actitud meditativa interiorizada, te lleva sin esfuerzo a otra actitud donde la emoción, o sea el agua, te introduce en la vivencia sin esfuerzo de lo transcendente.
Es decir, abandonar el juicio y soñar la abundancia te llevan a la emoción transcendente, no como quien se evade de la realidad ilusoriamente, sino entrando en una realidad posible, donde lo que encuentras es lo óptimo real; la realidad acompaña tu evolución presentándote lo óptimo.