CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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La Semilla como onda es la número 12. El 12 responde a la pregunta ¿cómo puedo colaborar con todo lo que existe?, pero también está asociado al Humano, sello 12, es decir, a la libertad.
El número 12 une en el objetivo de colaborar con todo lo que existe, al ser humano y a la Semilla. Cualquier cosa que contenga la Semilla o el Humano tiene relación con colaborar con todo lo que existe. Y colaborar es una expresión de la paz; una de las formas en que se expresa la paz es a través de la colaboración. Si no hay colaboración, no hay paz.
Encontrar la autoexistencia te lleva a vivir plenamente la libertad, pero también a colaborar con todo lo que existe, porque tienes mucha energía.
Mediante la autoexistencia el humano se da cuenta de que incluso sus pensamientos son origen de abundancia, porque la virtualidad toti-potencial se encarna en él, y se transforma en un viajero estelar similar a una Semilla, donde esa potencialidad múltiple está en pasar de un solo grano a millones de árboles a lo largo del tiempo.
El ser humano se transforma en un viajero en el tiempo, con una característica de toti-potencialidad similar a la de la luz, porque de alguna manera la luz que está en él también es él.
Pero además hay otra relación entre el Humano y la Semilla. El Humano en el Tzolkin como propósito llega hasta la Semilla, es decir, la onda del Humano es el camino para llevarte hasta un conocimiento transcendente que es la Semilla. Y si algo sabemos de las semillas, es que no necesitan dinero para vivir, y que la vida que se abre delante de un grano de semilla, es decir de una sola semilla, es similar a las células madre, porque es inacabable.
Se tiene que acabar la vida para que las semillas dejen de proliferar, porque justamente transforman lo inorgánico en orgánico, y transforman la luz en orgánico.
Es una frontera, como transcendencia, inimaginable, y como analogía, significa autoexistencia, y como cuatro, logro, o sea, total abundancia de modo permanente.
La semilla es un símil del ser humano, sólo que habla de un programa original.
En ese sentido, también se sitúa, como la tierra, en el hemisferio lógico relacionado con el recuerdo, mientras que el humano expresa plenamente la libertad.
Cumplir un programa no es ser libre, y si fuera así el humano no sería libre. Pero la realidad del ser humano es la libertad, y quizás se trate de aprender desaprendiendo, es decir, formatear el programa original, que en estos momentos nos dice que la Luna no es la Tierra, ni tu eres yo, y que la Tierra no es la Luna, ni yo soy tú.

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