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En la sociedad tribal todo es o parece perfecto. Por eso prácticamente en todas las sociedades hay un recuerdo de una sociedad plena anterior, de la cual el ser humano ha sido desalojado. Son esas referencias que se hacen en distintas tradiciones, donde se habla de un paraíso terrenal, de una Atlántida, de una Lemuria o de lugares equivalentes, de donde el ser humano que vive en el presente ha sido desalojado. Hay como una caída.

Esa idea de una situación maravillosa anterior también coincide con la experiencia vital de cada ser humano, donde en su primera infancia, en su lactancia, ha sido atendido. Tenía todo lo que necesitaba y luego, cuando se ha ido haciendo grande y finalmente adulto, ha tenido que aprender cosas, y el periodo del aprendizaje ya contiene exigencias.
Hay siempre un recuerdo de una época maravillosa, que puede incluso adentrarse a la embrionaria, donde el embrión tiene a su alcance todo lo que necesita y está surtido de todo.

Decimos que la época tribal es o puede parecer una época perfecta. Sin embargo, los seres humanos que vivimos en el siglo XXI ya no pertenecemos a tribus. Incluso si podemos reconocernos como perteneciendo a una tribu, ésta ya no tiene el valor que representaba en tiempos pasados. En este momento el ser humano en el siglo XXI tiene una plena y absoluta idea y reconocimiento de su individualidad y por tanto de su ego.
Es decir, los valores que representaba la tribu, aun habiendo tribus nominalmente, no se dan en la actualidad, porque en la época tribal, y esto es parte de lo que hacía esa época plena y maravillosa, el ego no existía. No existía la conciencia personal, sino la conciencia grupal. No existía el ego sino la conciencia grupal. En la época tribal no existía el valor de “lo mío” frente al valor de “lo tuyo”.

Lo primero que rompe la conciencia tribal de los tiempos maravillosos es la aparición de la propiedad privada, que exige que “lo mío es mío y no es tuyo”, aunque existan y se reconozcan unos vínculos y estructuras tribales. Cuando aparece el concepto de propiedad privada, ya empieza a aparecer el ego, que rompe la conciencia grupal absoluta. Introduce un nuevo valor, el de “lo mío” y aunque se reconozca una relación preferente, donde hay niveles de obligación o colaboración preferente con unas personas que pertenecen al grupo tribal, ya la conciencia grupal se ha roto.

Eso es lo que se describe con el mito de la manzana en el jardín del Edén. El hombre, al comer del árbol del bien y del mal según ese mito, parece haber incurrido en una infracción a la ley que le impedía comer de ese árbol porque le hacía igual a Dios.
Este mito está expresando cómo hay un momento donde tú decides tomar tus propias decisiones. Estás rompiendo la conciencia grupal, donde lo prioritario era el grupo y tenías un lugar muy claro de adhesión al grupo.
Pero cuando comes del árbol del bien y del mal, rompiendo esa ley que te impedía vivir experiencias, empiezas a tener experiencias desde ti mismo. La conciencia de Dios ya está dentro de ti. Ya eres tú el que decides. Eso está expresando una evolución del ser humano.