CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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En el monte Dios ve. Podemos decir que esta frase, que es también una frase mantra, porque contiene en sí misma una energía nutritiva, es el principio de la fe.
Alguno dirá que no es así. Gracias, todas las opiniones son válidas. Sin embargo, volvemos a decir “en el monte Dios ve”, que también es lo mismo que decir “en el monte Dios provee” y afirmamos que esa frase contiene una experiencia, que es el despertar del ser espiritual, porque la fe es el despertar del ser espiritual. Y entonces, afirmamos: en el monte Dios ve y entonces provee.

¿Qué es el monte? Está expresando que tú te mueves desde una experiencia interior. El monte no es la ciudad, el pueblo o la población, sino algo hacia donde tú te diriges, fuera de la población y de los movimientos habituales, que son los asociados al confort.
En la experiencia que estamos relatando, que es la de Abraham, él sube al monte para sacrificar a su hijo Isaac, como respuesta a un diálogo con la energía Dios. Pero esa historia no es una historia que sucedió hace 5.000 años y a una persona concreta, sino que es la experiencia tipo de cada persona, o sea, de todas las personas que están leyendo esto, como lo es de mi persona, que lo está escribiendo.
Hay un diálogo con la energía Dios, que precisa que te alejes de todas las referencias, centrad@ con la energía Dios, y se llama “subir al monte”, porque te alejas de la situación de confort. Y lo que estás haciendo, para alejarte de la situación de confort es algo extraño, contrario a la razón.

Todos te dirán “no lo hagas” y si tú escuchas esas voces que te dicen “no lo hagas” no podrás afirmar que en el monte “Dios ve”. Solamente si estás moviéndote como resultado de tu PROPIO DIÁLOGO INTERIOR, podrás afirmar que en el monte Dios ve, porque Dios provee.
Es una experiencia tipo, una experiencia básica. Es la experiencia elemental, porque si Dios ve, y tú sabes que ve porque provee, entonces nunca dependes de que la provisión, el aprovisionamiento, la recepción de lo que necesitas provenga de la situación de confort, es decir, de que seas fuerte, previsor y tengas recursos, porque en cualquier situación donde te lleve tu diálogo interior, sabes que Dios ve y Dios provee.