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EL PASO DE LA CUARTA A LA QUINTA DIMENSIÓN (El libro de las Sincronías)

La mujer tiene cuatro centros orgásmicos en el cerebro, en el área septal del sistema límbico, y el hombre uno, motivo por el cual al hombre le conviene fusionarse con la mujer para entrar en el auténtico cuatro, y no dominarla, para así activar el auténtico cinco. La humanidad lo agradecerá.

Si el uno del hombre se activa antes de que se hayan activado los cuatro centros de la mujer, nunca estaremos en el cinco, sino que quizá simplemente nos quedamos en el uno, estando totalmente debajo de la escala.
Si hablamos de una relación, el 5 supone que la relación, más allá de lo físico, encuentra su sentido espiritual.

Si hablamos de dimensiones, en la cuarta se trata de encontrar la Tierra y el cuerpo como un elemento espiritual, siendo en sí una grandísima transformación.
Pero sabemos que hay un paso más, que es el éxtasis, el arrobamiento, el embeleso. Sabemos que la cuarta dimensión es algo estupendo porque es una evolución, un encuentro del mundo espiritual, pero hay algo más.
Y lo sabemos físicamente porque hasta hace muy poco tiempo se creía que las neuronas no se reproducían y que nacíamos con un número determinado de neuronas y éstas simplemente iban muriéndose. Sin embargo se ha demostrado que las neuronas también se reproducen, sólo que eso sucede en momentos de embeleso, de éxtasis.

Estamos hablando de las neuronas del cerebro, de cómo hay cuatro centros en el cerebro de la mujer que es preciso activar, y de cómo es preciso reconocer en ella un ser espiritual y una relación espiritual, que es lo propio de la cuarta dimensión, para que se active el auténtico quinto centro, que es el momento en que se produce el milagro de la vida, expresado físicamente por la reproducción de las neuronas.

Desgraciadamente, casi todo lo que se llama orgasmo en el masculino, es simplemente la O de la palabra orgasmo, sólo que la O y el 0-cero son lo mismo.
Aquello de lo que estamos hablando sólo sucede cuando el hombre se entrega y siente a través de la mujer, es decir construye el “tú eres otro yo”. Y eso requiere bastante entrega, bastante desapego, quizá tiempo y desde luego mucho reconocimiento.
Es decir, que el hombre se sane.

EL LIBRO DE LAS SINCRONÍAS