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AHORA ES EL TIEMPO DE LA CONCIENCIA
(Extracto del libro «Tiempo de Gracias. Tiempo de Perdón»)

Podemos vivir un tiempo inútil, pero también podemos vivir un tiempo maravilloso.
Podemos vivir un tiempo inútil asociado a la frustración, en unos casos a la frustración de no haberlo conseguido y en otros a la de haberlo conseguido, pero solo la calderilla. Quizá has realizado grandes esfuerzos y lo has conseguido, pero no era eso, aunque todo el mundo decía que sí, que era eso. Y ahora resulta que no.

Sin embargo también hay algo maravilloso que da sentido a una vida, cuando esa vida está dirigida a colaborar y permitir la vida de otros. Esa es una vía del servicio, tal vez abnegado y en sí realmente maravillosa, porque de alguna manera es lo que ha permitido llegar hasta aquí.

A los seres humanos del siglo XXI, en su intento de vivir el presente ya no les sirve vivir el presente abnegado, porque tal vez su misión hoy sea la de vivir el tiempo de ser siendo, que es de alguna manera el tiempo de la transformación.
Claro, la transformación de alguna manera supone cambio, porque ¿cómo puede transformarse algo sin cambiar? Si el valor fuese la inmutabilidad, entonces el cambio sería un anti-valor. Pero, ¿por qué crear desde la sabiduría toti potencial su “anti sí”?

El tiempo parece contener también un valor favorable al ser siendo máximo y bien pudiera ser que entonces el ser humano fuese la forma donde la inmutabilidad se transforma en el surgimiento de lo nuevo, o sea el gozoso surgimiento de lo nuevo.
Eso sería parte de lo encomendado al ser humano cuando actúa desde la dimensión del ser siendo, donde SER contiene una inmutabilidad y SIENDO sería la parte de lo azul.

En la visión que presenta la mitología griega, el dios supremo sepulta a sus hijos en la inmovilidad del averno, es decir en la inmutabilidad. Hay algo en la eternidad que es inmóvil y por alguna razón esto es insuficiente. Quizá sea un poco aburrido a la larga.
De repente la parte femenina de ese dios que presenta la mitología griega, y que es precisamente la madre tierra, le pide a uno de sus hijos, es decir a algo emanado de esa parte femenina, que “libere” a la vida de la inmovilidad.
Este es el surgimiento de Cronos, o sea el tiempo, de modo que el tiempo es ya una liberación de la inmovilidad del averno, o sea del no ser, porque no-haber o haber-no/aver-no es como no-ser.

Así el tiempo se abre como posibilidad. Pero también a su vez hay dos opciones, ser devorado por el tiempo o entrar en el tiempo celeste, representado en esta mitología por el Olimpo, la inmortalidad.
La inmortalidad supone conciencia. Puede haber muchas cosas inmortales que no lo sepan, pero cuando se unen la inmortalidad y la conciencia parece ser que ahí está el hombre real.
Eso quizá sea interesante, porque sin conciencia seguro que vivimos un tiempo inútil. Pero ahora es el tiempo de la conciencia.

TIEMPO DE GRACIAS. TIEMPO DE PERDÓN