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Tezcatlipoca en la mitología nahual era el señor del cielo y de la tierra, fuente de vida. Es un equivalente al Dios supremo para los seres humanos; no tanto al dios creador sino al dios supremo.
En todo caso estamos hablando de una personalización de Dios. Hay algunas personas que al hablar de estas mitologías dicen que el concepto de Dios o fuerza superior no es el mismo que se maneja en las sociedades actuales como expresión del dios judeocristiano, que habla con las personas y les transmite mensajes con palabras.
Bueno, podemos considerar que efectivamente el señor de la vida no está hablando de un dios dialogante, pero sí ciertamente de una fuerza suprema, aunque no sea una fuerza suprema dialogante por lo menos en el manejo de la palabra.

El concepto que transmite la tradición judeocristiana es de un dios dialogante que utiliza el lenguaje de las personas y busca hacerse entender, bien sea a través un escrito o testamento, bien a través de profetas que hablan directamente en su nombre, con palabras que pueden entender las personas, es decir en sus mismos idiomas y con sus mismos lenguajes.
Mientras, Tezcatlipoca, dentro de las fuerzas de las mitologías nahual, representa la fuerza divina, porque es creadora, lo cual es un concepto divino. El concepto hijo es como una segunda versión, un descenso a una dimensión humana.
Pero ya no está utilizando el lenguaje de la palabra sino una especie de jeroglífico o glifo, que es como un dibujo que hay que interpretar. No hay un intérprete directo, un profeta o un texto con sus palabras, sino glifos. Se comunica a través de escenas visuales, incluso transmitidas en forma de leyendas o narraciones, donde los detalles y las formas transmiten el contenido y no las palabras.
Podemos decir que el dios judeocristiano habla y dialoga en tu idioma y el otro “jeroglifea”, mediante símbolos, y entonces es necesario interpretarlos.

Ese dios supremo Tezcatlipoca es representado a través de un espejo, y lo que sucede cuando miras un espejo es que ves imágenes.
Lo que aparece en el espejo son imágenes y no cuerpos. La superficie del espejo es lisa, y en ella aparecen imágenes, con lo cual te está diciendo que aquello que te habla, lo hace desde otra dimensión que no es material y por tanto no necesita cuerpo.
El dios que te aparece a través de un espejo te está diciendo que se trata de ver y mirar, y de los conceptos que formas en tu interior.

Aquello que se denomina divinidad y fuerzas divinas va a aparecer en tu interior a través de tus conceptos, de lo que ves.
En ese sentido parece muy próximo al concepto de ese dios judeocristiano que aparece como un ojo en un triángulo. Ese ojo también está diciendo “ves”. Se trata de algo relacionado con el ver -“te veo”- o con la luz, que es lo que permite ver.
Hay una relación entre la luz, el ver y el espejo.
Igual que el espejo te ve, Dios te ve. Pero también cuando te asomas al espejo lo primero que ves es tu cara. Es decir, que el espejo te presenta a ti. Tú eres el espejo, porque el espejo representa tu cara, y tú también estás en el espejo.
Es decir, dentro del ser humano también está dios.
Claro, es muy importante descifrar los jeroglíficos y glifos en ese mundo simbólico, y no quedarse solamente en el nombre del símbolo.

El dios del ver está representado por un ojo y también por un espejo, porque están hablando de la misma facultad humana. Da origen a una dualidad, porque Tezcatlipoca también está asociado con una dualidad, y puede ser bueno o malo.
Pero claro, es lo que tú ves. Tu que eres ese ser divino que se acerca al espejo, puedes estar mirando desde lo bueno o desde lo malo, desde el miedo o desde el amor.
Por eso hay un despertar que se traduce en comprobar y en experimentar.