Aunque parezca mentira, cuando la tormenta está en pleno auge es cuando ya ha pasado lo peor. Antes hay avisos, premoniciones, tensión y de alguna forma preparación de lo que va a suceder. Se está gestando algo que no se sabe concretar o interpretar.
Y cuando se desencadena la tormenta es cuando se puede afrontar lo que sucede y comienza a liberarse la tensión.
Hay un punto medio que no requiere evadirse de la realidad y que tampoco implica dejarse arrastrar por las circunstancias, opiniones y el desbordamiento de información.
Ante todas las crisis, sean estas leves o graves, siempre es mejor mantenerse neutral y ecuánime. La tormenta siempre pasa y después sale el sol, dejando un aire limpio y el comienzo de otra etapa.