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Mandala 3 abril 2018

En tu programa está el ver la maravilla. Esa energía es la que abre el círculo del día. Puedes convocar esa energía que te abre el círculo y te lleva al centro, al lugar donde te alineas con el corazón amoroso de la vida, y que hoy aparece como semilla y águila. En tu programa hay algo que te permite ver la maravilla.

En algún momento del día es importante situarse ahí y relacionar esto con el arcángel Rafael, que anuncia la aparición de lo divino y la actuación de Heka, si nos situamos en la energía Egipto, que es contemporánea, simultánea y coetánea. Entonces estaríamos hablando de que hay una magia, hay un conocimiento más allá de la apariencia. Estaríamos convocando las energías de los elementales del aire.

En el círculo continuaríamos invocando a Miguel. Aparecería una energía enlazadora, una energía que conecta con dimensiones superiores. Es un enlazamiento con lo óptimo, que ocurre cuando te sitúas en el centro y que te conecta con dimensiones superiores. Eso forma parte del círculo. Ahí estás convocando la energía de Isis, la energía amorosa que rescata de la muerte la vida. Ese enlazamiento une como un puente lo muerto con lo vivo y sucede porque tú estás en tu centro, en tu lugar de poder.

Luego convocas voluntariamente al arcángel Gabriel, a los elementales del agua y a Tot. Estás convocando voluntariamente el ascenso de tu kundalini, lo cual te permite ensoñar, cocrear la realidad y colaborar con la abundancia, y lo haces a través de la palabra. La palabra convoca una realidad. La palabra es un don y una energía presente en cada ser humano, que en algún momento se da cuenta de que la realidad responde a sus palabras.
El ascenso de tu kundalini precisa de la expansión de la conciencia a través de la emoción, a través del ensueño amoroso, donde convocas la abundancia y la sanación de todas las carencias de los seres vivos.

Entonces permite, para cerrar el círculo, la aparición de los milagros, de aquello que restituye la vida, que rescata de la muerte, que está íntimamente relacionado con la energía femenina, la energía maternal que crea la vida.

Y así te encuentras situado en el centro del acontecimiento, donde tu águila libre vuela alto, con su mirada que despierta justamente aquello que nutre emocionalmente el florecimiento.
Ahí estás tú, como Atlas, como Shu de los antiguos egipcios, abriendo un espacio para la vida, gozando del momento, volando en el momento, expandiéndote en el momento, compartiendo el momento.