El final de una etapa en ocasiones se vuelve cuesta arriba, como si faltara el aire, las fuerzas o el ímpetu inicial. Y sin embargo se trata de un momento fundamental, porque es donde se materializa el avanza realizado, donde se puede consolidar e integrar lo aprendido y vivido.
Cuando se está terminando una etapa puede haber tentaciones de ir rápido a comenzar otra, y sin embargo merece la pena mirar hacia atrás para observar y asimilar, ajustando los flecos que puedan quedar pendientes.
Mirar con amor lo que ya ha pasado, incluyendo personas, sucesos, circunstancias e incluso sus propios sentimientos y decisiones, es la mejor forma de enfocar las nuevas etapas.
Gracias.