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Hay una gran diferencia entre el sol, la luna y la tierra.
El sol está compuesto, aproximadamente en un 75% por hidrógeno, siendo el resto principalmente helio. Ambos son gases. Solamente un 2% aproximadamente son metales, incluyendo en este término el oxígeno, carbono, etc., lo cual le confiere una característica de ser un gas con muy poca densidad.
Mientras, en la superficie de la tierra y la luna sucede al revés. Son materias sólidas las que lo componen. La tierra no es un gas y la luna no es un gas.
La superficie que vemos del sol es la fotosfera. Es una imagen óptica, una convención y un acuerdo. Es la superficie de la luminosidad, pero no es la materia sino la luz. Consecuentemente, el círculo que forma el sol ante los ojos, que sería la fotosfera, es una imagen de una luz y no de un sólido.
El sol en realidad es plasma, un gas calentado, en este caso por la fusión nuclear a altísimas temperaturas. Pero, aunque veamos un círculo al mirarlo, no tiene una superficie definida donde se pueda posar una nave o estar de pie una persona, en el supuesto caso que no se desintegrase con esa temperatura.