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CUANDO UNA PIEDRA QUIERE DESPLAZARSE (Extracto del Libro en preparación «Tiempo de Ser o la impecabilidad sin esfuerzo»)
Cuando una piedra quiere desplazarse, viajar o cambiar de lugar le dice a un hombre “llévame” y el hombre la lleva.
No es una orden, sino solamente la expresión de un deseo. Es una interrelación amorosa y amistosa, que traduce la existencia de otra dimensión donde todo es armónico y por tanto no hay ni órdenes ni enemistad; nadie compite contra nadie.

Parece como si las piedras no se pudieran mover. Parece como si las piedras careciesen de esa propiedad. Sin embargo las piedras se mueven. A veces se desplazan por las pendientes, y también los ríos, el mar incluso el viento las mueven.
Incluso la propia tierra se mueve y resquebraja, produciendo temblores que modifican la propia estructura.

También las piedras se mueven a través de la sincronización o interacción interna con los seres humanos, que les sirve para elevarse en forma de construcciones. A las piedras les encanta las construcciones que se elevan hacia el cielo. Bueno, también les gustan los bolsillos. Muchas personas, incluso muchos de ustedes es posible que lleven en algún bolsillo o colgado a su cuello una piedra, que por alguna razón subjetivamente tiene más valor que su precio.

Sí, conviene mirar las piedras y edificaciones. Quizá usted piensa que le gusta llevar esa piedra, pero a la piedra también le gusta que usted la lleve.
Hay una sabiduría que conecta con la SABIDURÍA en mayúsculas, que es expresada a través de las piedras.
Conviene mirarlas, apreciarlas, respetarlas, honrarlas y tal vez hablarlas.