El mes de diciembre comienza con la tierra 2 (onda guerrero) y el humano 9 (onda semilla). Es la persona que es un cóndor, es decir, que perdona y para él todo está vivo. Por eso se dirige a la inmortalidad, relacionándose con las demás personas como un voluntario, es decir, conectado con el corazón amoroso de la vida.
El mes y el año van a terminar con la forma trascendente máxima del amor incondicional, como viento 13 (quiché), asociado a la mano 6 (yucateco), que de nuevo nos sitúa ante el “ora et labora” de esa persona entregada a lo sagrado.
Desde esta perspectiva, vemos que el año tiene sus últimos meses entregados a la experiencia de que tu palabra sea de luz y de amor, y entonces de creación de vida, y tu acción sea en beneficio de todos, una acción sanadora que te permite emitir luz.
Durante este mes de diciembre, se abre el quinto castillo (luna 1), asociado a que al ser íntegro seas tú (semilla 8). Cuando eres íntegro permites a tu semilla florecer, dar fruto, donde vemos que dar fruto es similar a entrar en la dimensión de lo óptimo.
La formulación del 8 sitúa en la representación de los linajes, porque todos tus ancestros caminan contigo, afortunadamente, cuando entras en el quinto castillo.
Todos tus linajes caminan contigo cuando eres tú. Y al entrar en la quinta dimensión tu palabra es una palabra de luz.
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