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Hay dos Betania y también dos Juan. También aparece la dualidad en María Magdalena, porque hay dos versiones de María Magdalena.
Una es María Magdalena, o sea, María A-migdala, y la otra es María de Betania. María Magdalena (María A-migdala) es también María de Betania, según reconoce un Papa y también la tradición cristiana occidental, que dice que es María Magdalena quien desembarca en Francia junto con su hermano Lázaro y otra serie de discípulos de Jesús, y quizá su hija, que en otras versiones es una sirvienta, Sara, y que es venerada por el pueblo gitano en La Camargue (zona de Francia).

María Magdalena solo aparece como personaje activo cuando Jesús va a la cruz. Antes, María Magdalena aparece únicamente citada como alguien a quien Jesús ha expulsado 7 demonios y que sigue a Jesús. No es un personaje activo antes de la cruz.
Pero cuando Jesús va a la cruz, María Magdalena aparece activa. Está a los pies de la cruz, observa dónde le entierran y acude por la mañana junto con otras mujeres al sepulcro. Luego Jesús se le aparece y le encarga que se lo diga (A-migdala) a los discípulos.
María Magdalena solo aparece y es activa desde la crucifixión.
Sin embargo, María de Betania no aparece en la crucifixión, pero sí es activa antes, cuando Jesús está en Betania, en la Betania de arriba, cerca del templo, porque hay dos Juan, dos Betania y dos María Magdalena.

Hay dos Juan. Uno aparece antes de la vida pública de Jesús, Juan el Bautista, y otro aparece después, Juan el evangelista. De modo que mostrarían dos tiempos, Juan Bautista, que conecta con “lo anterior”, o sea con el pasado, y Juan Evangelista, testigo del presente, de la vida pública de Jesús y sus últimas palabras en la cruz. Este Juan, el Evangelista, también está en el futuro, ya que en el apocalipsis habla proféticamente de otro tiempo, el tiempo del final.
Juan Bautista representa el pasado y Juan Evangelista el presente y el futuro.

También hay dos Betania. Una está abajo y también habla del pasado, porque es el lugar o la puerta por donde entran los israelitas a la tierra prometida, y también es el lugar donde el representante de la conexión con el pasado, Juan Bautista, predica.
La otra Betania, cerca del templo, expresa el presente, como el lugar donde se mueve Jesús, pero también expresa el futuro, ya que Betania es donde Jesús asciende al cielo, abriendo una puerta al futuro, si asociamos cielo como lugar futuro. En la ascensión es cuando los discípulos reciben el encargo de crear el futuro con su predicación. Reciben el encargo de predicar y entonces crean el futuro, que es hoy.
Así, Betania tiene como dos puertas, una para entrar en la tierra prometida y otra para entrar en el cielo, en lo óptimo.

Entonces, Betania es el presente. ¿Qué sucede en ese presente? Para responder a esa pregunta necesitamos ver qué personajes aparecen en esa Betania. Consideramos que todos los que aparecen en los 4 evangelios son personajes atemporales, arquetipos. Podrían ser personajes históricos pero sobre todo son ejemplos, conceptos para expresar algo.
Los evangelios serían como un mapa espiritual y todos los actores serían conceptos, ejemplos, arquetipos que te dan pistas a ti, que te abren puertas a ti. De esta forma, los 4 evangelios serían un mapa espiritual dedicado a ti.
En Betania vive Simón el leproso, luego hay enfermos. En Betania vive Lázaro, que es alguien que vive y luego es resucitado por Jesús, luego en Betania hay muertos, que pueden resucitar.
Pero en Betania, como expresión del presente, también hay actitudes. La pecadora pública, que también es María de Betania, muestra una actitud de amor asociado al perdón, aunque no se citan palabras de esta pecadora pública ni de María de Betania pidiendo perdón. Solo se dice que se postra a los pies de Jesús y le unge con aceite y perfumes. La posición que se describe es similar a la letra Nun, que en lenguaje bíblico gesta, es decir, crea al que entra en la tierra prometida como Mesías, como líder precisamente por Betania, ya que el líder de los israelitas que entran en la tierra prometida es justamente Josué hijo de Nun.
Esa es la actitud que hace aparecer el perdón. Esa es la actitud que abre la puerta, porque precisamente Juan Bautista, que es el primer Juan situado en la primera Betania, que es la puerta de acceso a la tierra prometida, dice en su predicación “arrepentíos, reconoced cuándo no habéis actuado desde el amor”. Esa es la primera puerta.

También esa actitud de echarse a los pies de Jesús aparece y está registrada cuando Jesús, al inicio de su predicación, llama a los primeros discípulos, el primero de los cuales es Pedro. Jesús le pide a Pedro que le permita subirse a su barca y le aleje un poco de la orilla para poder hablar a la multitud. Después, le pide que eche las redes, y Pedro, pese a que no ha conseguido pescar nada en toda la noche, accede, echa la red y consigue una enorme cantidad de pescado. Eso es lo que se llama la pesca milagrosa.
Ante este milagro, Pedro también se echa a los pies de Jesús, como la pecadora pública, haciendo igual las dos actitudes. Los dos adoptan la posición de la Nun al echarse a los pies de Jesús, y Pedro dice ante ese milagro “apártate de mi que soy un pecador”. Aquí el reconocimiento del pecado no está causado por el miedo al castigo, sino por el agradecimiento y entonces, en última instancia, por el amor.
Pero también hay otra actitud que aparece en Betania, que es la de los que juzgan y dicen ¿por qué se ha permitido que esa mujer malgaste en aceites y perfumes ese dinero que se podía haber dado a los pobres?
Hay dos actitudes, la del juicio y la del amor, en ese lugar donde también sucede la enfermedad o la sanación, la muerte o la resurrección.

Entonces, ¿qué sucede con las dos puertas? La primera puerta que te lleva a la tierra prometida y que es Betania, o sea el presente donde sucede la sanación y la resurrección, está relacionada con el perdón pero también con el amor, como indicando que no es un perdón por miedo, sino un perdón por amor, quizá desde el reconocimiento del espejo, que te dice “tú eres otro yo”, “lo que tú haces, lo hago yo”, “perdónanos como nosotros perdonamos”.
En algún momento te tienes que sentir perdonado desde el amor, para poder perdonar desde el amor. Eso te lleva al presente, al lugar de la sanación y la resurrección. De modo que el perdón, que se sitúa en el tercer chakra, chakra del poder, te devuelve tu poder.

La segunda puerta, que asociamos con María de Magdala, María A-migdala, es decir, la que actúa desde el 5º chakra, abre la comunicación, el compartir lo que te ha sucedido, es decir, la puerta de la ascensión te la abre la bendición.
La bendición te abre otra puerta y te permite acceder a otro estado de conciencia. Encontrar que todo está bien te sitúa en lo óptimo, es decir, en el lugar donde todo está bien, que es el lugar del matrimonio místico con el amor, o sea con la vida.
Entonces, tu eres el cuerpo, o sea, María, y tu pareja es la vida, o sea Dios.