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El acceso a la inmortalidad, que NO es el mantenimiento del cuerpo físico, de la dimensión material sin conciencia, ni tampoco el mantenimiento del cuerpo material sin conciencia en la cuarta dimensión, precisa de la autofagia de las células. Por ello, la consciencia, la conciencia lúcida, despierta, encuentra la autofagia en el proceso, en el momento de expansión de la conciencia.

La autofagia de las células, en la realidad espejo que traduce el proceso interior en la realidad exterior, es la muerte del ego. La energía que nutría al ego la desactivas voluntariamente, porque eliges voluntariamente nutrir tu ser espiritual, para lo cual necesitas coherencia en tus acciones e integridad en tu alma.

La autofagia de las células, que van lentamente a la entropía, a la disolución, al eterno retorno al inframundo, a Cronos devorando a sus hijos, es la muerte del ego, reforzado por el propósito lúcido de que así suceda, la transformación del Titán en ser divino, la desaparición de Alfeo que se transmuta en Hércules entrando en el Olimpo.

Entrar en el Olimpo es el encuentro amoroso de Hércules con Hebe, o de Hebe con Hércules; es Osiris resucitado por Isis gestando a Horus, donde Isis siendo Isis da plenitud a su realidad real llenando de vida la muerte; es Quetzalcóatl, el violador, el asesino recuperando su condición divina como Tezcatlipoca; es Cristo venciendo a la muerte; es María Magdalena viendo la resurrección.

La autofagia consciente es la transmutación de la entropía en inmortalidad.

José Cabal. Viatzolkin.com