CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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El Tzolkin en su parte central contiene el lugar del nuevo nacimiento, que está flanqueado por una doble línea de portales. Esto es algo que podemos ver con bastante claridad en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Esta plaza tiene una estructura arquitectónica formada por columnas techadas. Es una estructura circular y está envolviendo el monolito egipcio, pero no está cerrada sino que son como dos C mirándose en espejo, es decir que se trata de dos edificios semicirculares mirándose; si lo comparásemos con la luna, uno estaría en cuarto creciente y el otro en cuarto menguante.
De alguna manera reproduce las energías primordiales masculino-femenino, hombre-mujer, que están de alguna manera presentes en lo óptimo creador, como aparece al inicio de la biblia: “creó al hombre a su imagen y semejanza; hombre y mujer los creo”, es decir que las dos energías están formando la semejanza de lo óptimo y de modo primordial también están presentes en la plaza de San Pedro.

La plaza de San Pedro contiene una línea abierta, flanqueada por esta edificación. Esta línea abierta está orientada este-oeste según el paso del sol, donde el sol va vertical en su desplazamiento. Es similar a la columna 7 resonante, que es una línea totalmente abierta y flanqueada por portales en su centro.
La energía femenina está representada por la forma circular de la plaza y en el Tzolkin por las columnas de hércules, que también son similares a la puerta de acceso que traspasan todos los nuevos nacidos en el parto.
En el parto la mujer posee esa puerta vertical que se abre, de modo que el símbolo circular conteniendo al obelisco y las columnas de hércules en el Tzolkin, son similares, y en su centro está el lugar que en el Tzolkin expresa el nuevo nacimiento.

Ese territorio en el Tzolkin también está descrito por los portales que forman un rombo, y todo el Tzolkin está dentro de la X similar al espejo que contiene el plano y las 4 direcciones, donde se va a mover la persona mientras se acerca al lugar del nuevo nacimiento, y cuya ley es el amor, el in lak’ech.

En el centro de la plaza vemos dibujado, ya no con líneas en relieve sino directamente en el pavimento, la línea por donde se mueve el sol, similar a la columna 7, y una línea que la cruza perpendicular a ella, similar a la línea que separa las filas horizontales 10 y 11 en el tzolkin, que contienen los sellos del perro y del mono.
En la intersección entre esta fila y la columna 7 encontramos el perro 13 y el mono 1, lugar del nuevo nacimiento.

Luego están las 4 líneas que se mueven en diagonal cuyos extremos son dragón 1, dragón 7, sol 7 y sol 13, que forman una X.

El sol en su desplazamiento va a pasar por Jerusalén, posteriormente por Roma y luego por Madrid, mientras se dirige al territorio de Mesoamérica, donde Quetzalcóatl está esperando.
Todo el camino de Santiago está marcado con X, porque en todas las iglesias en ese recorrido está presente la cruz de San Andrés, que es una cruz en X.
Por eso vemos que en la plaza de San Pedro también está la cruz en X, de San Andrés, y la cruz vertical, lugar de la ascensión.
Tenemos que considerar que Andrés es el hermano de Pedro, o sea dos versiones de lo mismo, y el que le indica cómo encontrarse con Cristo y el coautor del surgimiento de “Pedro”.
Pedro recibe su nombre el día en que anualmente se traspasaba el velo, es decir un sacerdote entraba en lo sagrado y se leía “yo soy la piedra”. El diálogo de lo óptimo con Simón Pedro sería “yo soy la piedra y ahora tú eres la piedra”.
Luego Andrés indica el camino al nuevo nacimiento, y eso es lo que figura en la plaza de San Pedro.

De esa manera podemos encontrar algo que expresa una sincronía, muy útil posiblemente para todas las conciencias que no juzgan, es decir que se han dado cuenta que cada juicio los mete en un agujero del que tardan más o menos en salir.
Sin embargo para las personas del siglo XXI cada momento de descendimiento es útil, como una liberación hacia sus ancestros, transmutando esos sentimientos que dan pie al juicio.
De ese modo se convierten esos sentimientos de víctima y, también en espejo, de abusador, mostrando la energía presente en la supernova cuando se rompe, justamente la energía de la estrella, es decir la reconstrucción del cuerpo luminoso.