El «trabajo personal» es el momento en el que estás abriendo puertas, entendiendo que al decir “trabajo personal” queremos significar ese momento meditativo donde estás respondiéndote a ti mismo quién eres, dónde estás, qué sentido tienen las cosas etc.
Es decir, ese momento meditativo en que estás solo contigo mismo y estás «nombrando» las cosas.
El momento en que nombras las cosas, el momento en que dices qué es cada cosa, qué es la realidad, es similar al momento que aparece descrito en todas las tradiciones donde las cosas aparecen al ser nombradas, que es el momento de la creación del mundo y la creación de la realidad.
Entonces ese momento meditativo, solo contigo mismo, te sitúa en el Big Bang de la creación y te abre puertas a una nueva realidad.
Es como la respuesta a la Esfinge, que te abre la puerta a la realidad oculta por el velo, más allá de la apariencia.
Y entonces te das cuenta de que «haces sin hacer», es decir, te das cuenta de que tu realidad, la realidad fáctica en que te encuentras, se modifica favorablemente no por tu trabajo físico, por las cosas que haces en lo físico ni por tu voluntad o tu poder, sino que tu realidad se modifica ella misma por tu inocencia y por tu integridad.
Eso es que se abren puertas. Las puertas se abren como resultado de tu trabajo personal.
