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Entrar en la onda de la tierra es entrar en la cuarta dimensión.

Entrar en la onda de la tierra es entrar en la cuarta dimensión, ya que es iniciar el cuarto castillo.
Si el cuarto castillo significa algo y es algo, significa la cuarta dimensión y es la cuarta dimensión. Pero el cuerpo o la forma roja en que se entra en la cuarta dimensión es del voluntario. En la cuarta dimensión no entra la víctima, ni siquiera el victimario, sino el voluntario.

Hay un cuerpo real, o sea un vehículo en la cuarta dimensión, que está alineado, no mentalmente sino voluntariamente, o sea desde el corazón, desde el querer.
El hecho de que haya un cuerpo para la cuarta dimensión, que es el cuerpo del voluntario, quiere decir que es voluntario para que sucedan cosas diferentes de las que piensa, conoce, crea, de las que están en los estándares de lo bueno y de lo malo y de los métodos que controlan las revistas científicas y sus subvenciones estatales o privadas.
El voluntario se adentra en lo desconocido. Es voluntario para entrar más allá de lo que conoce, porque hay un enamoramiento, es decir, vibra.

Cuerpo, o sea rojo, quiere decir que hay leyes científicas diferentes. Las leyes físicas en la cuarta dimensión son diferentes; no es un tema de conceptos, sino algo muy físico, muy bosónico higgs, o sea puramente un tema de la luz, pero de la luz adoptando formas extrañas porque está cumpliendo una misión.
No te va a preguntar a ti lo que debe hacer o no, ni a lo que está escrito en tu mente, a veces a tortas y a veces con regalos, como los perros de Pavlov, que hacen pis cuando se enciende una luz, o tienen hambre cuando se enciende una luz o suena un silbido.

La cuarta dimensión tiene leyes propias y como todas las leyes, se cumplen. El asunto es cuarta dimensión, sin paliativos. No traigan su carnet de hincha de un equipo, no traigan su certificado de buena conducta, no traigan su carnet de conducir, no traigan nada. Todos son bienvenidos.