En la dualidad, quizás Big Bang, en la realidad donde la unidad se separa y se rompe, cada parte, como los gemelos, recuerda, y al recordar busca, sin saber y sin conciencia, la unidad. En el mundo fragmentado de la dualidad, la vida, el amor como unidad, Dios Uno, unido, aparece como pareja divina. Dios Padre-Madre.
En la cultura mexica Ometeotl es Dios dual, que traduce la pareja divina Ometecuhtli y Omecihuatl. En el mundo griego-romano se trata de Zeus/Júpiter y Hera/Juno. Y sucede que de esa pareja divina Zeus-Hera aparecen dos hijos varones como ejemplo del ser humano, proceso de creación.
Uno es Marte/Ares, que está y vive en el cielo, el Olimpo, la montaña Sagrada. El otro es Vulcano/Hefesto, que ha sido arrojado abajo a la Tierra. Está caído, roto, deforme. Y es un gran trabajador; está siempre trabajando, y entonces no quiere que nada sea gratis. Todo se compra, todo se posee, todo tiene dueño.
También hay dos hijas, Hebe la ambrosía, la emoción amorosa que produce gozo permanente, y otra que es lo contrario, la Discordia, la emoción no amorosa. La emoción amorosa que produce gozo permanente en la interacción con las demás personas también es la Eterna Juventud, y la otra no.
Aparece el Amor, Venus, y se une, recrea la unidad con Marte (¿quién es Marte?). Pero Vulcano (¿quién es Vulcano?) exige y logra los documentos, la acreditación, el título de pareja oficial de Venus (¿de qué estamos hablando?).
José Cabal. Viatzolkin.com
