CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Es importante acudir a la llamada del colibrí, que es también el resucitado.
El colibrí tiene un corazón que bombea la sangre a una velocidad tremenda de latidos por segundo. Su metabolismo necesita una nutrición constante, que recibe directamente del néctar de las flores, que es el fruto máximo de la tierra.

Claro, al menos en parte estamos utilizando el código del Tzolkin. La tierra y la semilla están unidas. La tierra tiene una connotación de voluntario, de soporte de los pies y de hábitat, y la semilla tiene una connotación de programa diseñado por dimensiones superiores y también de florecer.
La semilla florece en la tierra. El florecimiento se produce en la actitud del voluntario.

El colibrí es aquel que accede al florecimiento previsto por dimensiones superiores en el programa, a la conexión con dimensiones superiores en el néctar gozoso.
Eso es de lo que se nutre el colibrí. De esta manera, la actitud del colibrí es la del voluntario transcendido. El colibrí es el que puede, como resultado de su actitud de voluntario, abrirse a lo diseñado por dimensiones superiores.
Ahí es donde encontramos el colibrí, que es lo que está propuesto en esas tradiciones, como está propuesto a través del resucitado en la concentración de tradiciones que aparecen en el viejo mundo.

Porque la voluntad de dimensiones superiores -honra y bendición- sucede en todos los sitios. No hay lugar que pueda escapar a la resonancia que produce el diseño de dimensiones superiores.
En el tiempo adecuado se produce ese enlazamiento o unión que abre la propuesta y la posibilidad de crear la sociedad de la estrella.
En ese sentido es importante considerar que la propuesta existente en el cristianismo no es una ética, aunque también lo es, sino que es la propuesta del colibrí y del resucitado.
Es una invitación a la resurrección.
Honra y bendición.