CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Actualmente es recomendable sospechar, o por lo menos conceder oportunidad, a la valoración de que aquello que estás haciendo, opinas, quieres o con lo que colaboras, no lo haces desde tu ser interior, sino que lo hace tu clon, tu autómata, tu ser durmiente, tu abducido, o sea lo que tú no eres.

Es importante encontrar tu programa original, donde aparece la semejanza a la imagen de Dios, y encontrar que muchas cosas de las que haces, nutridas desde un sistema de creencias como positivas, no lo son, porque cuando actúas desde ahí no eres tú y no estás vivo.
Todo lo que solamente es fantasía, deja de existir. El espejismo se acaba, pero la realidad no.

Acabamos de transitar la onda de la semilla, que habla del programa, y han sucedido cosas sorprendentes, que han puesto a prueba tu realidad y desde dónde respondes a la realidad cambiante.
Es maravilloso ver toda esa cantidad de obstáculos que aparecen, porque te invitan a despertar, a despertar al amor, a la realidad, a la plenitud y a lo divino, e invitan también a reconsiderar todas tus creencias.
Porque no estamos jugando solamente en nuestra página de Facebook o en nuestro pequeño grupito familiar o amistoso, sino que jugamos en la gran pantalla, en el gran mundo, en el macrocosmos, en la realidad expandida, y cualquier cosa que hacemos en nuestra pequeña realidad va a influir en la gran realidad.

Ahora es importante darte cuenta de si estás bajo el síndrome de Estocolmo, que es cuando te han capturado unos terroristas o extorsionadores y te haces de su banda, colaborando con ellos, siendo uno más y transformándote en un depredador.
Ahí se pone en marcha el mismo mecanismo que une a los padres con los hijos, a las personas con su sociedad y con sus pares en la sociedad de la estrella, que es la empatía y la sociabilidad.

Quizá es mucho más fácil para un niñ@ bueno convertirse en un depredador bajo el síndrome de Estocolmo, convirtiéndose, gracias a la sociabilidad, en un ser antisocial.
Sin embargo, una persona rebelde puede no caer en ese síndrome, porque la rebeldía, que está basada en sufrimientos durante mucho tiempo, le hace más individual que social.

La persona que está envuelta y a quien no le permiten sufrir, seguramente estará más integrada en la sociedad, pero ésta no le permite crecer, mientras que la persona que está sufriendo está forjando una individualidad más fuerte, por lo que es más difícil que caiga en un síndrome de Estocolmo, ya que siempre será un rebelde contra esa autoridad. La rebelión contra la autoridad te inmuniza contra el síndrome de Estocolmo.

Claro, esas vivencias que te llevan a la individualidad también te pueden hacer antisocial, así que al final los niños buenos y los niños malos pueden llegar a ser lo mismo, a ser un depredador o a ser Dios. Da igual la circunstancia, porque está todo encaminado a un despertar de la conciencia, ya que la realidad es la realidad Dios en cada persona.

Vivimos por debajo de la realidad. Hay muchas teorías acerca de los seres humanos que viven en el interior de la tierra. A Hitler y a mucha gente exotérica les ha gustado hablar de los seres humanos que viven en el núcleo o interior de la tierra, pero en realidad están hablando de nosotros, que vivimos por debajo de la realidad, en una dimensión de enfermedad, de sufrimiento, de buenos y malos, de este equipo y del otro equipo, de yo lo hago bien y tu lo haces mal, y del esto para mí porque soy más fuerte y te pego dos galletas.

Todos vivimos fuera de la realidad, por mucho que creamos que vivimos en la realidad.
Triunfar en este nivel de realidad es fracasar. Y muchas personas que aparentemente fracasan, triunfan, porque su vibración es pura y su gozo es puro.