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ESTAR EN LA HIGUERA
La primera vez que aparece la palabra Betania en el evangelio de Mateo, que es el más antiguo, es en el versículo 21,17. Jesús acaba de expulsar a los vendedores del templo después de ser aclamado en su entrada triunfal en Jerusalén y posteriormente se marcha a Betania. El texto dice “y dejándolos, salió de la ciudad camino de Betania,donde pasó la noche”. Esa es la primera vez que se cita por su nombre a esta localidad.
Parece intrascendente esa cita pero sirve para relacionar a Jesús con Juan Bautista, ya que el siguiente versículo inicia la narración de la higuera estéril, que cuenta cómo Jesús seca la higuera. Y Juan en su predicación relaciona a los hombres con los árboles y dice, en una cita libre, “ya está el hacha preparada. Los árboles que no den buen fruto serán cortados”.
El texto de Mateo dice, Mat 21,18-19,: “Al amanecer, cuando volvía a la ciudad (salia de Betania y regresaba a Jerusalén) sintió hambre. Al ver una higuera junto al camino se acercó a ella, pero no encontró más que hojas. Entonces le dijo: “que nunca jamás brote fruto de ti. Y al momento se secó la higuera”

Estas palabras muestran dónde sucede esto. Decimos que se trata de un mapa de UN TERRITORIO ESPIRITUAL. Este hecho sucede fuera del templo, que podemos entender como el lugar donde estás cuando no estás en lo sagrado, que también es la plenitud de tu ser donde aparece la semejanza de Dios, es decir cuando estás en el amor.
También sucede fuera de Betania, donde tu iluminación te sitúa cuando reconoces que no actúas desde el amor y entonces reconoces tu error. Pecado y error son lo mismo. En el no amor y no reconocimiento el balance es desgracia, no gracia.

El asunto es que eres libre y entonces eliges, pero si eliges comer basura tendrás retortijones y diarrea. No lo pasarás bien. No es un castigo sino una consecuencia.
En el discurso en la dimensión ordinaria, dimensión material, tercera dimensión, dimensión del desamor, se puede utilizar la palabra “castigo”, en un mundo dual, de bueno-malo, justo-injusto, etc., donde viene a significar ”eso trae malas consecuencias”, en esa dimensión material, dimensión ordinaria del ego. También es la dimensión de la víctima-victimario, donde tu ego puede situarte como víctima y ponerte a llorar para atraer atención, y sin duda lo consigues porque el amor siempre es activo y siempre acude alguien en tu ayuda.

Ese es el gran misterio de este concepto de Betania, que es simultáneamente y a la vez “casa de los pobres”, o sea de la ruina y de lo que no funciona, y “casa de la gracia”, o sea de la misericordia, de la maravilla de Dios.
Ruina y maravilla aparecen juntos, solo que necesitas saber desde donde lo estas mirando, porque en realidad todo lo que aparece como real es puramente subjetivo. Pero el asunto es que tú eres importante y algo quiere dialogar contigo, quiere despertar tu conciencia y recuperar tu alma, que sí conoce la maravilla.
Desde dimensiones superiores es maravilla porque es cuando la realidad Dios aparece, pero desde la realidad ordinaria del ego y del desamor, lo que ves cuando ves ruina es justo lo que no quieres ver. Se trata de ver, solo que “ver la maravilla”, o sea más allá de la apariencia, más allá de la realidad del ego. Ver el amor.

Esta historia de la higuera nos muestra esos tres territorios: el territorio del amor, bendito sea el templo; el territorio del reconocimiento del error cuando no actúas desde el amor, que es donde se inicia la sanación, benditos sean los ángeles; y el territorio fuera del amor y fuera del reconocimiento, donde todo es pura apariencia.