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Hay un paralelismo entre Osiris, que es desmembrado y partido en 14 trozos por su hermano Seth, y la tierra, no como planeta total sino en cuanto a la porción de la tierra que se encuentra por encima del mar.

Se considera que hace unos 200 o 300 millones de años todas las tierras emergidas formaban un gran continente, que actualmente se le reconoce como Pangea, y que entre finales del Triásico y comienzos del Jurásico comenzó a trocearse y fragmentarse como Osiris, como resultado de una fuerza interna.
La mitología egipcia considera a Seth el dios ctónico y representante de la fuerza bruta. “Ctónico” quiere decir que es una fuerza del interior de la tierra por oposición a las fuerzas celestes. Por eso podemos encontrar que esta es la fuerza que hace desplazarse las placas tectónicas y por tanto la que desmembra a Pangea y la desplaza por toda la superficie de la tierra.

Esta historia es similar a la que se describe con el troceamiento de Osiris.
Se le añade un comportamiento emocional negativo como es la envidia, como para humanizar el proceso y decir que se está hablando al ser humano, pero de una forma primaria.
El troceamiento y dispersión de Pangea por una fuerza bruta, ctónica, sería algo similar al troceamiento y dispersión de Osiris por la fuerza bruta representada por Seth.

Podemos preguntarnos por qué en esta manifestación de la mitología egipcia se reproduce, aunque sea en esa forma donde se incluye la envidia, un suceso que por un lado es pasado muy lejano de la tierra, pero que en realidad también sigue sucediendo, porque las placas tectónicas siguen desplazándose en estos momentos en la tierra, ya que la placa que incluye a la India y Australia se está metiendo por debajo de la placa donde se encuentra el Himalaya, y al mismo tiempo está produciendo una gran hendidura en la región de los grandes lagos en África así como en el Jordán y el mar muerto.
En realidad todas las placas se están moviendo, pero parece ser que hubo un momento anterior en que estaban unidas y luego empezaron a separarse.

Eso es lo que parece contar la historia de Osiris y Seth. De alguna manera es como si la parte espiritual de la tierra telepáticamente se insinuara en el interior espiritual de los seres humanos y telepáticamente le contara esa historia acerca de la vida de la tierra cientos de miles de años antes de la aparición del hombre.
Parece tratarse de una resonancia espiritual. Parece como si el ser espiritual de la madre tierra quisiera contarle algo al ser humano.

Hoy también hay personas desmembrando, partiendo en trozos a otros seres humanos, y aquí quizá es donde nos informe que la motivación es la envidia, o sea algo contrario al amor.
Quizá las personas sufriendo esa envidia asesina y destructiva puedan reconocer qué están haciendo. Son los mismos que trocean a las mujeres en su parte más mujer.
Por favor, qué hacéis, por qué vais con la cara tapada, por qué cogéis a la gente como rehenes y os escondéis detrás. Por favor, despertad.

Isis no es la que trocea a Osiris, sino la que lo une. Si alguien se llama a sí mismo Isis y está troceando y descuartizando a la gente, es anti-Isis y no Isis. Isis reconstruye a Osiris troceado, y no trocea a Osiris.

Osiris es troceado en 14 porciones, de las que Isis recupera 13. La porción 14, que es el pene, cuenta la mitología egipcia que no pudo ser encontrada por Isis porque se lo había comido el pez Oxirrinco. Los peces son los habitantes de las aguas, de modo que el pez es lo mismo que el ser humano como habitante hijo de la madre tierra.
Esta parte de la historia sitúa la sexualidad asociada a la emoción, es decir al agua. Por tanto, de alguna forma también la sexualidad está asociada al alma como conjunto de vivencias emocionales y también como expresión del amor. Esto convierte a la sexualidad en un acto sagrado y a la mujer como expresión de la fuerza sagrada y amorosa de dimensiones superiores de la vida.
Por eso, convertir a la mujer en esclava sexual es también un ataque directo a lo sagrado de la vida.