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Juliano es reconocido en algunos ámbitos espirituales como el portavoz y expresión audible o entendible de los arcturianos, pero en sí mismo Juliano es un koan.

Un koan es una pequeña expresión en la tradición zen que contiene en forma reducida algo que puede expandirse y entonces mostrar su auténtico contenido. El koan es una palabra de sabiduría encriptada y descifrarla expande tu conciencia y simultáneamente te expande a ti con ello.

Más allá de los contenidos expresados por Juliano, él en sí es un koan. Juliano, que podemos gráficamente continuar con “nosotros los arcturianos”, está diciendo que necesita pluralizar.
Juliano se pluraliza con Gregoriano, y al hablar de Gregoriano ya entramos en un territorio que a muchas personas paraliza o hace sacar sus demonios internos, en el sentido de que no obtiene bendición sino todo lo contrario, mostrando con ello su potencia.

La pareja de Juliano es Gregoriano. De hecho Juliano es un nombre inexistente, que lo único que describe es la forma en que Julio Cesar modificó la cuenta del tiempo en su época. El calendario de Julio Cesar es el juliano, luego Juliano no es un nombre, sino una expresión del tiempo cuyo correlato es Gregoriano, que tampoco es un nombre sino una forma de contar el tiempo.
Es como decir antes y ahora, una nueva actualización de algo, el tiempo de antes y otro tiempo.

Juliano es una versión renovada del calendario egipcio, el cual es a su vez una versión renovada de un calendario egipcio más antiguo, donde aparecen Isis y las pirámides. Con lo cual ese calendario egipcio en su primera versión también es el de la Pascua, del pueblo que en aquella época vivió una experiencia de ascenso dimensional que está relatada como la Pascua.
La primera luna llena después del equinoccio de primavera es la luna de Isis, y esa es la luna de la pascua, para la gente que estaba en el ámbito del Egipto de las pirámides en aquella época.

El testimonio permanente de las personas que vivían en aquella época es el pueblo de Israel, el pueblo judío, que se inicia con la pascua. La pascua es como el nacimiento dentro de la historia de este pueblo. No eran diferentes, pero el tiempo les abre las puertas. Lo peor es considerar que son diferentes. No se trata de un asunto de raza, de cultura, de economía o de política.

Estamos hablando de un asunto vivencial donde lo que se abre es el tiempo de ser, una dimensión, quizá como un espejo que invita a las demás personas. Pero no es una experiencia excluyente sino incluyente. Es algo que permanece abierto actualizándose y de eso es de lo que habla Juliano y Gregoriano, porque posteriormente Gregoriano vuelve a conectar con la vivencia de la Pascua, sacando la fuerza de lo que representa el gregoriano en la pascua, solo que en este caso es una apertura en el tiempo y para todos.

Para ser para todos el requisito era encontrar a todos, o sea dar la vuelta a la tierra, algo que parecía en aquel momento imposible, llegando a todos los lugares de la tierra.
Eso ya se ha hecho a través de exploradores y enlazadores como Colón, Vasco de Gama, y Sebastián el Cano, y los que han entrado en las selvas, en África, en indonesia y en Australia.
Está rubricado en el último tiempo, que es el tiempo actual, de la aparición de los arcturianos, con internet y la gran red de conciencia cuya expresión formal, en el mundo de la forma, es internet.
Hay una gran red ahora mismo abierta, a la que todo el mundo puede conectarse, que traduce la red de las neuronas espejo y de las vivencias que se expresan telepáticamente de forma inmediata.

De esta manera Juliano es un koan que invita a reconocer a Gregoriano, y que invita a reconocer a la Pascua. Y en la Pascua, Gregoriano invita a reconocer aquello que representa el acceso a una nueva dimensión de la vida, donde es posible la paz, el amor y el reconocimiento del otro.

Actualmente también tenemos una pareja visible, un “nosotros los arcturianos” o un plural visible en la figura del papa Francisco y del papa emérito Ratzinger: nosotros, los que para todos sin excepción abrimos la Pascua y el nacimiento a la nueva tierra.
Ratzinger tiene como emblema suyo un oso; en su escudo papal tiene varios elementos, uno de los cuales es “art”, que es el oso. Hablamos de ártico, que es el lugar de los osos, y antártico, lugar sin osos. El polo norte o ártico es el lugar donde hay osos, y el polo sur, Antártida, el lugar donde no hay osos.
Pero aquí lo importante, el koan, está en el emblema de Ratzinger, que elige “art”, que es Arturo. El oso forma parte de Arturo, mostrando así que es un arcturiano.