CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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La fiesta de la cruz de mayo expresa a toda la humanidad.
Es una fiesta que habla al ser superior en su forma grupal, tal vez dormido en el interior de cada ser humano, uniendo grandes tradiciones, que a su vez aúnan a muchos pueblos asociados pero diferentes entre sí. Por tanto es una fiesta de unificación.
En el hemisferio norte sucede en el núcleo central de la luz y de la primavera, y en el hemisferio sur acontece en el núcleo interior del oscurecimiento y del otoño, marcando un eje polar, que se va a mantener intrínseco en esta fiesta. También es el eje entre la vida y la muerte, y la guerra y la paz.

Los llamados pueblos celtas -entendiendo por “celta” un término como “maya” o “latino”, que engloba a muchos otros pueblos y culturas, y que en el caso de los celtas traducen culturas neolíticas anteriores, de la totalidad de la tierra- iniciaban su año entorno a lo que ahora llamamos Halloween o día de todos los santos como el principio de la oscuridad, y tenían su lugar opuesto, como principio de la luz, entorno al comienzo de mayo.
En realidad son fiestas móviles, que normalmente duraban varios días y estaban asociadas a la segunda luna llena de cada uno de estos periodos.
En esta tradición del hemisferio norte, que es lo que actualmente se puede denominar cruz de mayo, corresponde a la fiesta asociada a la expansión de la luz y la primavera. Se celebraba utilizando un árbol como tótem, cuyo lugar en el cristianismo lo va a ocupar el árbol de la cruz, porque la cruz es un árbol.

En la tradición de los hijos de Dios, Sa-Ra, creadores de las pirámides, también existen estos dos inicios, el cumpleaños del mundo como inicio del año, entorno al Yom Kipurr, a finales de septiembre u octubre, contrapuesto según un eje nodal con el principio del año litúrgico entorno a la Pascua. También expresa esta dualidad luz-oscuridad, que es el ritmo con el que Dios crea el mundo en el relato de los libros sagrados “Anocheció y amaneció, día primero. Anocheció y amaneció, día segundo….”.
También está presente la dualidad guerra y paz, donde la cruz pasa a ser el símbolo que expresa al imperio romano, venciendo a la guerra con la paz, ya que en el tiempo del imperio y de los emperadores romanos, como hoy, los mártires cristianos se contaban a miles en un solo día. Aun así, como hoy, hay gente que sigue siendo cristiana, a pesar de la persecución, manifestando el triunfo de la paz, pero para todos sin excepción, que es un trabajo que solo pueden hacer los ángeles, es decir, aquellas personas cuyo alma ya está en el cielo.
Constantino, en una visión o sueño, o sea noche, cuando se enfrenta a un enemigo muchísimo más poderoso recibe el mensaje “con este signo triunfarás”.
Ese es el origen de la fiesta de la cruz el 3 de mayo en el cristianismo, que se asocia con la fiesta de la exaltación de la cruz, justamente en el entorno del comienzo de año, cumpleaños del mundo, de la tradición judía –Sa-Ra, hijos de Dios-.

De modo que esta fiesta de la cruz enlaza en la parte que corresponde a mayo con el árbol y las tradiciones celtas de la fertilidad, y en el otro extremo conecta con el pueblo judío y el comienzo del año. Es una fiesta puente que unifica.

También en el continente americano existe una potente manifestación, asociada no a las culturas “originarias”, que es un término con un contenido programático, sino a las culturas primigenias y sabias de ese continente pero también pacíficas, que aparecían de forma monumental, es decir haciendo un sacramento a través de la piedra, en Tiahuanaco y con la cruz chacana.
Actualmente en todo el continente americano junto con España es donde más se celebra la fiesta de la cruz.
La cultura de Tiahuanaco, que es primigenia y anterior a todas las demás (aimaras, incas, mayas, toltecas, mexicas, aztecas, etc.), estaba basada en los templos, es decir en conocimientos sagrados y en la paz. Sus últimos descendientes aparecen testimonialmente viviendo sobre grandes islas hechas de junco, como Moisés. Son pueblos del agua, que se han mezclado con todos los demás, mestizándose con sus dominadores a través de su energía femenina, pacífica y amorosa, es decir, de sus mujeres.

Esta civilización conectaba con la gran sabiduría Olmeca más que con la cultura Maya, manifestando de nuevo un eje entre el hemisferio norte y el hemisferio sur, o la luz y la oscuridad, empezando en un caso la primavera y en otro el otoño.
La reminiscencia de esa gran cultura americana resonaba en el ensueño de los primeros “libertadores”, como Bolívar. Su columna central o vertebral eran los Andes, de forma similar a como hoy está apareciendo. La columna vertebral de este sueño acerca de la paz y sabiduría americanas la establecían los Andes, con la cuenca acuífera más grande del mundo, que engloba el Orinoco, el Amazonas y los ríos que desembocan en el río de la Plata. Esta zona fue invadida por pueblos del norte, procedentes de Asia, por pueblos europeos procedentes de Groenlandia y del atlántico, así como por pueblos procedentes de Australia, nueva Zelanda e islas cercanas.

Las momias más antiguas del mundo son las “desolladas” de la costa de Chile. En esta momificación lo más importante era el rito de desollar a los difuntos. Se les quitaba la piel, vaciando la carne y poniendo en su lugar barro de la tierra. Al cuerpo se le dotaba, en lugar de músculos, de tierra, expresando que la fuerza del vehículo proviene de la madre tierra. Ese revestimiento de la madre tierra es un acto sagrado de reverencia.
Posteriormente se les volvía a recubrir con su piel, resaltando los rasgos de la cara y también los órganos sexuales, manifestando así el poder de la individualidad, donde cada persona es uno, pero conecta con la individualidad uno de Dios. También se le reconoce como un viajero en el tiempo a través de los cromosomas y la energía semilla, generadora de vida, presente en la energía sexual y reproductiva, expresando así lo sagrado asociado a la sexualidad y al género.
Sagrada es la individualidad, sagrada es la sexualidad y sagrado es el vehículo que otorga la madre tierra.

Esto tiene también una repercusión con una de las formas en que se festeja la fiesta de la cruz en el Salvador y en Centroamérica, en la figura de Nuestro Señor el desollador Xipe Tótec, que es una representación de Tezcatlipoca.
Aquí se desollaban víctimas, en la época mexica, para asegurar la fertilidad de la tierra. En sí, este hecho es totalmente indeseado e imposible hoy en día, gracias a Dios, pero enlaza como atavismo con las momias de esta civilización primigenia, mostrando así una relación entre ambos momentos.