La Vida aparece lúcida e intencionada cuando yo me encuentro lúcido. Cuando me encuentro lúcido la Vida dialoga conmigo, interactúa y me muestra en la secuencia de acontecimientos aparentemente caóticos, adversos y terribles su Amor constante, permanente incansable.

Buscando diálogo encuentro la Vida, que me miraba incansable, pero yo rehuía la mirada y miraba buscando vida en las cosas sin vida. Buscaba vida en la no vida y encontraba muerte y fracaso.

Luchaba contra la Vida, porque odiaba, no amaba. Hasta que sin fuerzas, agotadas ya las fuerzas, de hecho estaba en coma, perseguido, sin nombre, encarcelado, cojo, loco, demenciado y enfermo, mi Ángel levantó mi cabeza de la mugre y la orientó hacia la Luz.

La Vida me miraba amorosamente desde la Luz y entonces la reconocí. La conocía, siempre había estado conmigo, en las personas, en las cosas, en los acontecimientos. Me hablaba, pero yo no escuchaba. Todo tenía sentido, pero yo no lo encontraba.

Tuve que morir para resucitar. Tuve que morir para bendecir.

Gracias y perdón.

José Cabal. Viatzolkin.com