CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Hay como una intoxicación. Le han dicho a la mujer que es la tierra, como algo inferior, abajo, incluso poco inteligente aunque quizá generoso, pero que no es el cielo. Sin embargo la mujer es el cielo y arriba, porque es emoción, o sea amor, y además es sabia porque es el agua.

El hombre es la tierra, y lo que necesita para ser tierra es agua.
Si en nuestro planeta no hubiese agua, ¡AGUA¡, no sería la tierra, sino uno más entre millones.
Pero la TIERRA no es uno más sino la maravilla, el lugar donde Dios se ve a sí mismo, o sea el espejo de lo divino.

El espejo-cosa-tierra que es el hombre no sabe que Dios es la experiencia iluminativa del corazón-AB, que ve-RA a Dios y se trasforma, o sea nace de nuevo, lógicamente con un nombre nuevo, como humano nuevo al amor-AM.
El corazón o ser espiritual real, al ver a Dios y despertar a la conciencia del amor se trasforma en un ser iluminado que despierta a los demás.
Esa es la experiencia Abraham; esa es la experiencia del despertar.
La Tierra, que es el Hombre y no la Mujer.

La generosidad exuberante que se atribuye a la Tierra es ciertamente la del agua. Pero es que el agua es la vida. Por eso la Tierra tiene vida orgánica y por eso se busca agua por todo el cosmos.
Se busca agua gastándose miles de miles de millones. Ese es el valor de la emoción, que es gratis gracias a Dios: incalculable.
El agua viene de más allá del SOL, pero el humano, hombre-mujer, nace del agua, que siempre forma parte del humano porque está en la mujer. El agua no nos abandona, siempre está.
La emoción siempre está cerca, a veces silenciada, dominada, oculta, perseguida, pero siempre está cercana y generosa.
Para nosotros, “maya” es un singular imposible de “mayim”, las aguas.
Las aguas como plural son la sociedad celeste, que es lo expresado por el castillo verde.

El planeta tierra es la unión de lo rojo y lo blanco. No es solo lo sólido y la materia sino la fusión amorosa de lo rojo y lo blanco.
El hombre y la polaridad masculina no son lo inmaterial y el cielo, como quieren decir los sistemas de creencias dominantes, que crean constantes guerras porque siempre aspiran a dominar, incluso bajo aparentes valores altruistas y supuestamente elevados. Compran, venden y esclavizan mujeres y niños en sus modalidades más brutales, como en todos los sitios donde hay harenes. En los mejores casos convierten a todos los hombres y mujeres en “cosa”, como fuerza de trabajo remunerado con un sueldo tan escaso como se pueda.

El agua no tiene precio porque el amor está en otra dimensión. Pero la mujer, que es la dueña del agua, puede estar confundida por esos sistemas de creencias y por eso tiene su despertar cuando conecta con su agua. Cuando la mujer sabe que es el agua, despierta a la realidad dios.
DIOS-A, no dios-b.

Claro ahora podemos hablar de GEA Y GEB.
Ge-a y también Gai-a, que es lo mismo, o sea Tierra en griego, como expresión femenina de la Tierra tienen a la versión opuesta que ofrece la tradición de los constructores de las pirámides, o sea el Egipto sabio de RA: la iluminación.
En Egipto, la Tierra no es Gea sino Geb, o sea GE-B y no GE-A, y resulta que la diferencia es trascendente. Lo contamos en el siguiente.