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Cuando encontramos que los seres humanos son Titanes, son fuerzas sin conciencia aún. Eso aparece de la mano de Hércules.

Entonces, podemos desplegar la realidad plegada y ser semidioses, humanos cuyo padre madre real es Dios.

Y también encontramos la tabla periódica de los elementos. El hidrógeno es como Gea, ya que al desdoblarse hace aparecer a su «hijo» helio, como Gea hace aparecer a su “hijo” Urano. Y así surge el Aquí, y cuando aparece Cronos-Rea surge el Ahora, el Tiempo.

La guerra de los Titanes (fuerzas sin conciencia, sin amor) contra los Dioses (amor y conciencia) es la guerra de los humanos con Dios, similar a la lucha de Jacob con el Ángel de Dios, de la cual Jacob sale transformado y con un nuevo nombre. Ya no es “Jacob el astuto” sino “el que es fuerte con Dios”, lo cual ya indica conciencia. Sale cojo e inválido como Tezcatlipoca de la experiencia, porque no es que sea fuerte por su fuerza, sino que aun siendo tullido y débil es fuerte, porque Dios, “Lo Invisible Amoroso”, le ama.

Los humanos «luchamos» con “Lo Invisible Que Nos Ama”, Dios, constantemente. Luchamos, competimos cuando lo negamos, pero también cuando decimos que es un Titán, una fuerza sin amor. Decimos que Dios es un Titán cuando le hacemos sacrificios, oraciones, reverencias, promesas para que nos sea benévolo y no nos haga daño con su enfado.

Decimos que Dios es una fuerza sin amor, le llamamos Titán, no le reconocemos como Padre-Madre (amor), le damos cosas ninguna de las cuales necesita. Le llamamos Titán, le llamamos asesino, sanguinario, le llamamos Poder sin Amor, y estamos equivocados. No somos entonces impecables sino pecables, erróneos.

Pero el Poder es el Ego. La lucha de los Dioses con los Titanes es la «lucha» del Amor con el Ego, la superación del Ego con el Amor. El Amor vence al Poder, el Amor vence al Ego y expande, amplia la Realidad. Dios, El Amor no quiere sacrificios, sino ser conocido, ser visto, ser encontrado, ser amado.

La guerra de los Titanes y los Dioses, la salida de la entropía de los esclavos y la entrada en la casa del Padre-Madre, la entrada en la Inmortalidad…; La Pascua, la Resurrección, la entrada en el Olimpo, el Enlazamiento de culturas… Todo muestra un sentido transcendente.

José Cabal. Viatzolkin.com

Extracto del libro en preparación que quizá se llame “Echando unas risas con Hércules en el chiringuito de Hebe”.