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MADRE E HIJO (Extracto del libro en preparación “Tiempo de Ser”)
Hay varias palabras, o sea varias frases, con las cuales todo el mundo resuena y está de acuerdo, ya que expresan la realidad.
Una por ejemplo es que la madre cuida al hijo y también que posteriormente el hijo cuida a la madre. Todo esto expresa una realidad y una ley escrita en el interior de cada persona, que configura el campo unificado de la realidad. Lo contrario, es decir, que la madre no cuida al hijo o lo mata en lugar de darle vida, parece una aberración. De la misma manera, si el hijo ya adulto no cuida de su madre anciana o la mata, también es una aberración.

Por eso estas palabras podemos considerarlas que corresponden a la vibración interna que configura al ser humano.
También hay una tercera posibilidad y es la usurpación, cuando la madre exige al hijo que la cuide, nutra y alimente, o cuando el hijo exige a la madre que le nutra y alimente. Hay una usurpación, porque te colocas en un sitio de poder y exiges.
En el caso de la madre cuidando al hijo, suele suceder cuando los hijos son pequeños, porque la madre es la que tiene poder y el hijo no. O cuando la madre es anciana, ya no tiene poder, pero el hijo sí.
Es decir, el que cuida se sitúa en el lugar del poder. El que cuida del otro es el fuerte y poderoso, cuando esto sucede libremente. Pero la usurpación sucede cuando el fuerte obliga al débil a hacer de fuerte, es decir a cuidarle y nutrirle. Por ejemplo en el caso de un hijo extorsionador que es suficientemente fuerte como para violentar a la madre y exigirla que trabaje y le de el dinero. Exige a la madre que sea fuerte, pero en realidad él es más fuerte porque la está obligando. O al revés, la madre ha cuidado a los hijos, y ahora les pide que vayan a robar, mendigar o trabajar para ella.
Entonces, hay una usurpación donde se obliga al débil a situarse en el lugar del fuerte.