Noviembre se inicia con la mano 11 en la tradición yucateca, donde emites luz a través de lo que haces, y el viento 5 en la tradición quiché, donde tu palabra trae energía de quinta dimensión cuando recuperas tu conexión divina, cuando despiertas a Tezcatlipoca.
De alguna manera la resonancia es el “ora et labora” de los monjes, entendiendo que monje es una persona entregada a lo sagrado, que ha abandonado su proyecto personal, proyecto-ego, y entonces su palabra aparece con la fuerza de lo óptimo; sus acciones son luz, y las personas al verlo despiertan a lo óptimo, renacen.
El mes termina con el guerrero 1, cuyo significado es el perdón y también el cóndor que trae la luz. Y en la otra tradición aparece el mono 8, que indica el nuevo tiempo según el Popol Vuh y habla de ti y de cualquier persona, ya que hace referencia a los 4 abuelos y 4 abuelas.
El día 8 hay un eclipse total de luna, que es mago 5 en la tradición yucateca, y luna 12 en la tradición quiché. Cuando colaboras con todo lo existente desde tu agua cósmica te sitúas en la experiencia del nuevo nacimiento.
El amor (onda perro) te lleva mágicamente a ensoñar abundancia para todos (onda noche), y el ensueño te lleva mágicamente a despertar al cóndor (onda guerrero), que al perdonar es capaz de vivir eternamente, puesto que se nutre de todo lo existente, incluso de lo que antes parecía muerto y donde el cóndor sabe ver vida. Cuando eres el cóndor eres inocente y eso abre el camino a la inmortalidad.
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