ESTAR VIVO (Extracto del Libro de las Sincronías)
Los seres humanos no sabemos por qué hacemos la mayor parte de las cosas, y muchas veces ni siquiera sabemos que lo estamos haciendo.
Estos tiempos pertenecen a lo que se puede llamar Era Común, con todo merecimiento porque es en este tiempo y cultura cuando se vislumbra lo común; común, significando “de todos sin excepción”.
La Tierra es común, porque es para todos.
Encontrar lo común en la Tierra es una iluminación, porque es descubrir la Tierra como algo que se “entrega” a todos los seres humanos sin excepción.
Sin excepción y sin juicio, porque la Tierra se entrega a todos, sin evaluar su aptitud, moralidad, sabiduría o belleza. La Tierra está para todos, no es de nadie.
En este tiempo suceden cosas muy extrañas, tan extrañas que ya casi ni sorprenden, y mucha gente, cada vez más, se da cuenta de que realmente lo que sucede es que están vivos.
Estar vivo quiere decir que los problemas se resuelven solos.
Los problemas sirven para darte cuenta de que estás vivo; muestran la vida, como la oscuridad puede mostrar la luz. En cuanto aparece la luz, no pasa desapercibida. Sin embargo un distraído, cuando está a su rollo, ignora la luz y también la vida, y es necesario que pase algo contundente para que ese distraído se vuelva atento, es decir despierto y útil.
Porque no estamos aquí para ignorar, sino para que la conciencia se ilumine.
“Aquí” es la Tierra y encontrar lo común en la Tierra ya es una iluminación.
Encontrar lo que te une a todos los seres humanos es activar la malla, las neuronas espejo, pero también reconocer tu unión con todos los seres vivos, hoy tan maltratados, y no participar de ese maltrato.
Reconocer tu unión con la Tierra, también maltratada, y con las estrellas.
Activar la malla que te une a todo lo existente ya es una iluminación. Te cambia la vida; quizás es cuando empieza.
Los niños de meses en las guarderías primero son muy agresivos y se muerden, se arañan, se tiran del pelo y hacen lo que sea para conseguir el juguete, sin reconocerse. Pero luego aprenden a jugar y compartir.
Entonces, se reconocen y se quieren.
Nosotros también tenemos que aprender.
LA ENERGÍA EXCLUYENTE:
Parece como si los espermatozoides compitiesen entre sí para lograr un objetivo excluyente, la fecundación. Excluyente porque tanto si lo saben como si no, sólo uno lo puede lograr, salvo contadas excepciones.
Esa energía excluyente es la que encontramos en los niños más pequeños de las guarderías, pero también entre los animales, que compiten sin piedad para mamar.
Entre los mamíferos, si hay mucha prole en el mismo parto, los cachorros más débiles no consiguen mamar, porque todos compiten, de modo que los débiles son cada vez más débiles, y en ocasiones mueren.
Pero esa energía excluyente pronto desaparece, y los niños juegan y empatizan.
Esto sucede más rápido cuando el niño es querido y enseñado por el juego, de modo que las conductas antisociales o asociales manifiestan problemas en el entorno familiar, malos tratos o abandono.
EL HECHO COMÚN:
Cristóbal Colón, sin duda un maya cósmico, abrió un arcano, y posibilitó el reconocimiento del hecho común, porque ya ninguna civilización podía vivir como única con esa fuerza excluyente, sino que después tocaba compartir los juguetes.
Pero ese paso también hay que darlo a nivel personal. Esa fuerza que llamamos excluyente, te singulariza, sólo que ahora ya sabes dónde canalizarla: hacia ser tú mismo, descubrir el programa.
No has construido un útero para crecer, ni has tenido que ingeniarte cómo comer porque todo te estaba esperando, y tal vez ni siquiera los otros espermatozoides competían contigo, sino que solamente te acompañaban, porque tú has sido siempre el elegido para vivir.
Y fuera tampoco has tenido que diseñar un recipiente de leche y un dosificador; también te estaban esperando. Y posteriormente, igual.
Muchas veces haber fracasado en algo es lo mejor que te ha sucedido.
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