No puedes activar las células madre sin activar las neuronas espejo, y no puedes activar las neuronas espejo sin activar las células madre.
Si no fuera así, podrías convertirte en un dragón de komodo. Una potencia interior como la que desarrollan las células madre, sin ser empática te convertiría en un monstruo, perderías la referencia y no encontrarías a tus pares; no encontrarías que la persona que sufre, que se presenta ante ti en una situación indefensa, es otro tú, sino que te la comerías.
De la misma manera, si estuvieras en una empatía extraordinaria te desintegrarías, porque no tendrías conectada la conexión con la nutrición del ser siendo e irías en una dirección sin centro; divagarías por las redes de espejos pero no tendrías tu centro.
Hay una sinergia entre las dos que es importante considerar y activar, pero los dos extremos son en sí mismo negativos para una persona real.
En esta dimensión de los seres humanos es necesario activar los dos elementos, como los gemelos, que son una activación de las células Madre y una activación de las neuronas espejo. En sí mismo es un hecho social y no un elemento aislado, igual que la figura que supone la sagrada familia.
La sagrada familia, José, María y el niño, están haciendo un viaje en el tiempo, donde hay un nivel que son los padres y otro nivel los que nacen. Por eso la función del símbolo de la sagrada familia, es el lugar del nacimiento, y el lugar tuyo, mío y de los seres humanos es nacer a lo divino, como Jesús, que es Dios, hijo de Dios.
Las dos fuerzas que te ayudan a nacer a lo divino son María y José, igual que la activación de las neuronas espejo y la activación de las células madre.
