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Honrar también es alinearte.
En el tiempo en que transcurre la onda de la tierra, propone alinearte con el corazón amoroso de la vida, que sustenta la vida. Incluso podríamos y deberíamos decir que sustenta la vida permanentemente desde su “ser siendo”, que ya en sí mismo es una iluminación.
La onda de la tierra te pide que también te alinees con el corazón amoroso de la tierra, indicándote que ya estás en el sitio, pero que hay una alineación que va a permitir el florecimiento.
Es imprescindible encontrar, y de esa manera alinearte con ello, ese corazón amoroso que sustenta la vida, alineándote como voluntario para permitir el florecimiento.

Eso aparentemente puede ser interpretado como no pelearte con la vida, no luchar contra la vida, ni siquiera para mejorarla. Podría parecer que es dejar inactivas tus fuerzas, pero se trata, a través de una visión donde ver es igual a crear, según aquello de que “creas lo que crees” y “ves lo que crees”, de dirigir tu energía a ver la maravilla que ya sucede.
Entonces honras lo que no ves, aquello que está más allá de la forma aparente, pero también honras lo que ves, ya sin juicio y sin reclamo, porque lo reconoces en su forma como manifestación de lo que está más allá de la forma.

En septiembre de 2015, que es el tiempo donde estamos, el mes se llena de los contenidos de la onda de la tierra, que pide alineación con el centro del universo, traduciéndose en fluir y en navegar. A la vez, transcendentemente se sitúa en la misma vibración con la que se abre el castillo verde, expresada por la luna.
La luna 13 es la forma transcendente de la tierra, que traduce esa alineación y ese fluir, viéndose reflejada cuando es consciente desde la actitud del voluntario.
La luna como propósito te sitúa en el inicio del castillo verde, cuya forma expandida es la sociedad de la estrella (última onda del castillo verde, la estrella).

Desde otras tradiciones sincrónicamente se asocia este tiempo con el de los frutos, representado por Ceres. Podemos encontrar que hay un fruto que es el acceso al castillo verde y a la sociedad de la estrella, aunque también se pueden vivir dimensiones inferiores de los frutos, pero la información es esa y une el castillo verde y el fruto.

También hay otra tradición que asocia este tiempo con la vivencia del sanador sanado, con la vivencia de Quirón, cuyo fruto es esa sanación que le introduce en el olimpo, pero después de navegar, vivir o fluir a través de la necesidad de sanación. Por eso es un sanador sanado y no porque esté sano desde el principio.
De modo que aquí lo que se presenta es que sea como sea tu vida hoy puedes encontrar sentido, precisamente a aquello que no te gustaba o te hacía sufrir. Hoy.
Hoy es tiempo digno y tiempo de honrar. Sanar tu vida es honrar

Sanar es honrar. Honrar es fluir. Fluir es amar. Esa es la tarea del voluntario.
Por eso en el cuarto castillo y cuarta dimensión el voluntario fluyente de la tierra, alineado, contiene como emoción al amor incondicional (perro blanco), en el tiempo azul (noche), expandiendo la conciencia (guerrero) desde su ensoñar.

En este tiempo de honrar encontramos el eclipse de sol y el eclipse de luna, como expresión visible de la alineación, que va a favorecer el fluir a través del honrar.
Justo, exacto y preciso ante los ojos del que mira aparece el eclipse de sol, dentro de un biorritmo ancestral, como último día del año, siendo el día siguiente el primer día del año en esa tradición.
La onda de la tierra empieza el día 7 resonante como tierra 1 y llegado a su momento resonante aparece el día 13 de septiembre la noche 7.

El 13 de septiembre es final de año para la tradición del pueblo de la Pascua y también principio de año, porque esta tradición inicia el tiempo al atardecer, cuando se pone el sol, siendo todavía de día.
Por ese motivo el día 13, que es el eclipse, permite ver el final y el principio. La noche 7 está manifestando desde su tono 7 que hay una fuerza que desciende. Es un momento de canalización.

El ensueño y el soñar la abundancia de la noche, que es ver la abundancia para todos, tiene en su interior como fuerza oculta al espejo 7, el “tú eres otro yo”.
Eso aparece como lo que desciende a dar contenido al voluntario, a lo que propone la tierra 7, que en parte es similar a Quirón sufriente, que colabora con los semidioses para adquirir la plenitud de su divinidad como maestro de Hércules y otros ejemplos de acción exitosa, y donde también se encuentra ese ir creciendo el fruto hasta su madurez.
En este principio de año de esta tradición –bendita sea, te devuelvo la honra- lo que se configura es un principio para quien quiera encararlo. Es como una puerta que se abre. La puerta es el inicio.

El siguiente eclipse es un eclipse de luna, que también encuentra una traducción en este año 20-15, donde quizá el 20 habla del sol y el 15 de la visión (sello 15, el águila) o de la visión a través del ensueño (onda 15, la noche).
Este eclipse también muestra un contenido simbólico transcendente en esta tradición –bendita sea-, ya que ese momento hace referencia al tiempo de Jerusalén, que aparece también como cabañas, que te producen sombra frente al sol pero por la noche te permiten ver las estrellas, traduciendo de alguna manera en una forma interior resonante la sociedad de la estrella en el interior de la noche, pero especialmente visible hoy, en el tiempo de la honra y de la sanación.
La puerta que te lleva al templo es la obra del sanador sanado y también del fruto.
Honra y bendición.