La energía de los cambios transformadores va siempre asociada, en una forma que no se ve (onda oculta) a la energía del amor incondicional.
Las transformaciones y los cambios, por lo tanto, no tienen que implicar un camino de sufrimiento y dolor, sino que van dirigidos a alcanzar la alegría, el juego y la inocencia.
La tormenta, esa energía de resurrección, está asociada al amor incondicional. Siempre que aparece el amor incondicional viene, en lo oculto tal vez, con la resurrección. Siempre que aparece la resurrección tiene como base el amor incondicional.
Muchas personas viven bajo la tormenta, en el sentido que su vida se complica, y les está reclamando la solución del amor incondicional.
La tormenta es la onda séptima, expresando los contenidos del tono 7 resonante.
La tormenta se asocia a grandes transformaciones, a reinventarse y a resucitar. Eso no quiere decir que todas las grandes transformaciones sean evolutivas. Las múltiples transformaciones pueden ser simplemente la forma en que actúa un estafador, que cambia de nombre y de aspecto para no ser reconocido y conseguir sus logros depredadores. Además, en ocasiones las grandes transformaciones son ocurrencias desastrosas.
Una gran transformación puede ser encontrar un entorno maravilloso y urbanizarlo para venderlo y así hacerte rico, despreciando la flora, la fauna y la belleza majestuosa de la madre tierra en aquel entorno.
Sin embargo, encontrar el valor evolutivo, es decir, aquello que te permite acceder al encuentro de tu alma, es importante.