Reivindicamos la figura del periodista como una de las formas que expresa el arquetipo humano, desde el programa, es decir desde lo puro y la realidad Dios.
El periodista trata de conocer la verdad y comunicarla aun a riesgo de su vida; con sus grandezas y sus miserias, porque es un territorio donde se puede expresar la debilidad humana, ya que también puede formar parte del engranaje del depredador a través de la guerra ideológica.
La esencia del periodismo responde por un lado al enamoramiento intrínseco del alma por la luz, y por eso siempre la busca, y por otro lado, al amor de la luz por el humano.
Hay personas que aun a riesgo de su vida buscan la verdad más allá de la apariencia, en la realidad luminosa que traduce dimensiones superiores. Y entonces, ni siquiera les da miedo el terror sacrílego encapuchado
Para ser periodista hay que comprobar, porque si no, eres un “boca”, o sea un bocazas.
Se supone que el periodista está informando acerca de la realidad y más aun de la realidad oculta detrás de las apariencias, por lo cual en ocasiones tiene que alertar de prácticas abusivas. Pero si no comprueba, lo que hace es desinformar, tergiversar y en muchos casos difamar, o sea que en lugar de producir un bien, produce un mal.
Un símil del periodista es tal vez el mago del Tzolkin y también Tomás el de las llagas, el que comprueba la resurrección.
El territorio que maneja el periodista tiene mucho que ver con los estados de ánimo, lo mismo que el mago y en general todo lo blanco en el Tzolkin.
Consideramos que la opinión pública, y es algo que de alguna manera incide en los medios de comunicación, se refiere a la formación de estados de ánimo, formación y nutrición de opiniones, o sea, al sistema de creencias.
El sistema de creencias tiene mucho que ver con el alma, aunque sea sin conciencia. Aun sin conciencia, las emociones se mueven y mueven a las personas, y eso tiene mucho que ver con lo que expresa el blanco en el Tzolkin
