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SABEMOS QUE ALGO HA CAMBIADO (Extracto de libro en preparación)
Sabemos que algo ha cambiado si comparamos esta época con otra, pero si solo vamos detrás de nuestro negocio o afición, nuestro gusto o preocupación, no encontramos cambio, porque no lo consideramos.

No encontraremos cambio si no miramos de manera expandida el acontecer.
Claro que para mirar de manera expandida el acontecer, es decir el tiempo, es preciso parar el hacer, no haciendo, y mirar, enfocando la conciencia.
Más allá de los relojes y los contratos hay un tiempo expresado por ritmos celestes, que aparece con varios niveles.
El SOL sale y se pone únicamente ante nuestros ojos, ya que en realidad se mueve linealmente en su órbita sin actualizar ese ritmo. Ese ritmo lo actualiza LA TIERRA, quien en el giro sobre su eje oculta el SOL o lo descubre. Es un ritmo fácil de encontrar, muy evidente.
Actualmente la mayor parte de las personas se han desconectado de este ritmo natural vivificante y le han entregado su poder al reloj, a la luz eléctrica y a los techos. Pero no es lo mismo el tiempo que marca la madre tierra con sus ritmos, que el que marca el reloj. No es lo mismo la luz del sol, que en sí es alimento, que la luz eléctrica.

Midiendo la intensidad de la luz eléctrica comparándola con la luz del sol, encontramos que la luz de las viviendas es similar a la penumbra en relación a la activación de la glándula pineal, que va a marcar la mayoría de los ritmos del cuerpo del ser humano. Es como si los seres humanos viviesen en cuevas. La activación de la glándula pineal o tercer ojo es insuficiente actualmente para la mayor parte de las personas. No es lo mismo tener un techo sobre tu cabeza que tener el cielo, o sea nubes, estrellas y planetas.

Algo ha cambiado, pero ¿qué puede ser?
La tierra no da vueltas tontamente, ni el sol envía su luz y su calor tontamente. Cada giro de la tierra contiene una oportunidad de encontrar la maravilla.
Cada día como cada ritmo contiene totalidad. Cada día es total, o sea pleno, pero tienes que situarte. Si estás dominado por tus preocupaciones, intereses, deseos, gustos, etc., estarás encantado con tu techo, tu reloj y tu ritmo de dinero cada mes para darte gusto mientras la maquinaria, o sea el cuerpo, aguante.
Ciertamente para eso no hace falta ver el sol ni reconocer la tierra y sus ritmos, solo que “eso” para muchas personas hoy ya no es suficiente, o quizás no lo ha sido nunca.

Cada día contiene un momento resonante, una columna resonante. En la estructura del día, que es algo soportado por la madre Tierra, hay un espacio resonante.
Cada día contiene resonancia plena, porque contiene oportunidad para el ascenso. Y esa resonancia se inicia desde la solidaridad y la empatía, ya que siempre existe una oportunidad para entrar en la transcendencia, como consecuencia de haber vivido la ley del espejo del amor incondicional.
Solo tienes que estar atento y abierto a cómo resuena tu corazón, a cómo se activan tus neuronas espejo y a cómo recibes al otro, porque ahora es el tiempo en que los ángeles caminan por la tierra despertando corazones.
Es un tiempo para vivir, para ser feliz.