CALENDARIO MAYA – VÍA TZOLKIN:

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Tzolkin hace referencia con ese nombre a culturas presentes en el territorio que en un determinado momento se denominó América, siendo esta palabra, “América”, una de las primeras manifestaciones de la era común, porque no teniendo un nombre oficial en ninguna cultura, fue utilizado por todas las culturas, mostrando así el surgimiento y la manifestación de una incipiente cultura común, si bien esto ya estaba como propuesta en aquel grupo supracultural que se dejaba comer por las fieras sin oponer resistencia, para gozo inexplicable de sus vecinos y conciudadanos, y que decía “padre nuestro”, donde “nuestro” significaba de todos los seres humanos sin excepción.

 

La palabra América, como expresión de un continente, es admitida por todos los que la conocen, porque incluso las personas que habitaban en ese lugar no han dejado constancia de que reconociesen la existencia de otros continentes ni de que a su continente le llamasen de alguna manera, de modo que no reconocían que el territorio que pisaban pudiese tener un nombre diferente al de simple suelo, o sea tierra, porque incluso el concepto de Madre Tierra, donde se reconoce una vida espiritual al suelo que tocan los pies, no es un concepto geográfico donde aparecen los continentes, sino que la Madre Tierra es todo, pero un todo que se parece más a la visión de la tierra plana que había en el viejo continente.

 

No es lo mismo pensar que estás en un lugar y que existen otros semejantes, y eso expresa el in lak’ech, que pensar que estás en un lugar y ese es el único posible. Eso expresa más bien el ego y también un cierto aislamiento emocional.

Es decir, no es lo mismo saber que hay un lugar, un continente, lleno de culturas y personas, y que hay otro mucho más lejos pero a una distancia transitable también lleno de culturas, que pensar que solo existe donde estás tú y tus alrededores, es decir que tú eres y estás en la tierra y no hay otro sitio.

“Eres” quiere decir que como cultura eres el que se relaciona con la Madre Tierra, de modo que eres central, donde vives es el centro de la Madre Tierra y las demás personas no son tú, no son in lak’ech, o sea no reconoces la existencia de otros semejantes. Eso quiere decir que no tienes espejo, que no hay in lak’ech, porque el espejo habla de lo semejante.

 

Podemos entenderlo si consideramos lo que hoy en día es un interrogante para algunas personas, que es el de determinar si la tierra es el único planeta habitado o existen otros. Ya el hecho de preguntárselo supone algo parecido al estiramiento que siente el cuerpo al bostezar, es decir, es una expansión.

Pero la mayoría de las personas que viven en la tierra no han considerado nunca esa posibilidad, y sin embargo sí se creen que están en el centro de la realidad, quizá porque su realidad sea muy acuciante o quizá simplemente porque nunca se lo han preguntado.

 

También esto es traducible, no ya a un tema de terrestres y extraterrestres, sino al de ocupar las distintas posibilidades que co-existen en la realidad, como expresa la física cuántica, es decir, pensar que otra realidad es posible o vivir como si la única realidad posible es la que sufres.

 

Podemos decir que la cultura común actual es supersabia porque es capaz de enviar personas a otros planetas, de producir energía a través de los átomos, de sustituir un corazón por otro, y cosas así de extraordinarias, además de todo lo que supone la televisión, whatsapp, skipe, etc.

Y podemos pensar que esta cultura es muy sabia, pero en realidad está compuesta de muchísimas personas que no saben ni leer ni escribir, y, mucho más importante, no son capaces de generar un hábitat de subsistencia, y por supuesto si hablamos del mundo de las emociones, todavía más.

No es posible considerar supersabia a una cultura, aunque técnicamente sea capaz de muchas cosas, donde muchas personas se mueren de hambre; donde todavía se tiene el recurso a la fuerza, o sea a la ley del más fuerte; donde millones de personas viven sometidas por razón de su sexo; donde muchos niños vagan por las calles sin hogar; y donde muchas personas son utilizadas como esclavas por su indefensión.

 

Por eso cuando decimos que una cultura es muy sabia nos interesa ponerlo entre comillas.

Pero sobre todo, saber que lo importante no es algo que esté en el pasado, sino que lo importante para la humanidad es algo que tú puedes vivir en el presente, porque hasta el momento todas las culturas sabias han estado cimentadas sobre el sufrimiento de la mayoría.

 

Esa es una de las contribuciones del Tzolkin. La propuesta no es ser técnicamente sabio, sino emocionalmente sabio, y descubrir esa realidad expresada por el doble espejo, donde tú eres otro yo, yo soy otro tú, y eso hace aflorar una realidad más allá de la forma y la apariencia, que es la expresión de la realidad Dios, es decir de lo óptimo, donde todo es posible, todo es gozoso y nada es adverso.