La gente, los seres humanos, las personas, o sea, tú, yo y cualquiera de tus conocid@s, somos enlazadores. Las personas somos enlazadoras. Las personas creamos vínculos y cuando no es posible crear vínculos afectivos, plenos y amorosos, las personas sufren.
Por eso hay vínculos en la vida real que van más allá de los vínculos “políticamente correctos”, o sea aceptados, o sea socialmente aceptados.
Las personas somos enlazadores por naturaleza. Quizá de forma más importante que inteligentes, artistas o prácticos, las personas son enlazadoras; están hechas para unirse.
Las personas son enseñadas a trabajar o a expresarse y, sin embargo, se olvida lo fundamental que es que las personas están hechas para unirse. Si las personas no crean esos vínculos, que son nutricionales, que nutren al ser interior, las personas sufren.
Si la persona no crea vínculos que nutran su esencia, la persona enferma, pierde vitalidad, pierde objetivos y decae.
Es importante reivindicar el amor como el centro del ser humano. No es el trabajo ni el estatus, ni tampoco el ingenio, sino el amor.
