Ver es un diálogo.
Ver no es únicamente encontrar algo, sino que hay un sistema interno que automáticamente reconoce qué cosa es lo que ves.
Si algo impidiera a tu conciencia el acceso a este sistema que reconoce las cosas, como podría suceder en el alzhéimer, no reconocerías las cosas. Incluso aun viéndolas, nunca te dirías sin palabras “esto es tal cosa y quema” o “lo puedo empujar porque no pesa”, sino que verías algo y ya está.
El diálogo siempre está la conciencia.
Una de las formas en que accedes a otras dimensiones de la realidad es mediante el ver. Cuando puedes transcender e ir más allá de los contenidos que están en la superficie, conectas con la parte espiritual de la realidad.
La realidad como cosa, volumen y cuerpo siempre tiene un espíritu detrás, una realidad espiritual. Parte del acceso a una vivencia de la realidad superior es encontrar que todo lo que hay detrás, toda esa parte espiritual de las cosas, es amorosa.
Es el concepto que hay en el dragón, que expresa como rojo y primero la realidad sólida y la forma. Encontrar que lo que traduce a la realidad sólida es la solidaridad; lo sólido está unido por solidaridad (sol-ido, sol-idaridad). Es parte del salto evolutivo, porque lo siguiente que encuentras es sol.
El dragón y las cosas son una expresión de la luz, SOL, y entonces aparece como solidario y sólido.
Por eso hay un diálogo. Las cosas que son solidarias también son maestras, expresando la energía femenina de la madre, que inicia, cuida, nutre y enseña.
Parte del diálogo con las cosas te enseña: cuando en el interior dices qué es lo que te sucede y qué es lo que ves; cuando desde otro ángulo encuentras por qué eso que parece malo es bueno.
Ese es el tipo de diálogo.