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FAMILIA CENTRAL (tierra, viento, mano y humano) – SANAR LA EMOCIÓN Y RECUPERAR EL ALMA
En la base de esta familia está el VIENTO, que es viento-tormenta (ocultos entre sí). La parte viento está representado por esta familia y la parte tormenta por la familia del tiempo.
Es como una emanación de Dios. El dios creador actúa entre las personas. No está allí lejos en otra dimensión u otro lugar, que también, sino que tiene una capacidad, a través de emanaciones, de interactuar con las personas. Eso es el viento, la comunicación y la interacción. La palabra es un vehículo de la luz y de la libertad, porque la información que trae conecta con los programas internos de la persona, y si está bajo un hechizo, empieza a romperlo. La palabra de la luz rompe los hechizos, que son pseudo-luces o falsas luces que te hipnotizan. La palabra, con su aporte de luz, libera a las personas y es una emanación de Dios.

Las personas que nacen en esta familia tienen como ejemplo positivo la actitud del voluntario (TIERRA), que es voluntario para la emanación y el plan de Dios. Actúa como cuerpo (color rojo), es decir como realidad, con docilidad y paz. Cuando no hay paz siempre va a buscar una forma de resolver los conflictos, de guiar rescatando la libertad y de ser solidario sin quitar la libertad a las personas. Eso es una emanación de Dios, porque Dios actúa así. Es misericordia, no castigo. Por eso la actitud del voluntario es fundamental.

Dentro de esta familia está, de forma muy importante, la MANO, como introspección que te lleva a reconocer dónde has fallado y actuado en contra del amor.
Ese reconocimiento inicia la restauración a la recuperación de la red que une a todos. El paso previo al cielo es el reconocimiento de las faltas al amor, porque si no te deshaces de una actitud, esa misma actitud te impide el acceso. Si te pones muy gordo, “todo yo, yo y yo”, no cabes por la puerta estrecha y tienes que deshacerte de esas actitudes.

Esta familia está también asociada a la libertad (HUMANO): libertad para vivir y libertad para amar. La libertad rompe los hechizos del depredador, que secuestran tu alma por miedo. Te hacen exigente, coartando y obligando a las personas a no ser libres. La libertad de las personas te ofende, por lo menos en lo aparente.
En su interior se encuentra la luna, que te ayuda a recupera el alma.